MORERA
Morus alba
“El nombre vulgar procede
del nombre genérico “Morus”, vocablo latino que se deriva del griego “morea” y
éste a su vez del céltico “mor”, negro, haciendo referencia al color del fruto
de algunas especies. Precisamente, la denominación específica “alba”, blanco, indica el color del fruto de la
morera.”
Árbol que puede alcanzar de
15 a 18 m. de altura. Posee un tronco recto o a veces encorvado, con una
corteza de tonalidad cenicienta en las primeras edades que se agrieta
longitudinalmente y se oscurece en ejemplares añoso. Copa amplia, con ramas
principales muy alargadas.
Las hojas son caducas,
simples, alternas, miden de 3 a 22 cm de largo y algo menos de ancho, y son muy
variables en su forma: ovales, redondeadas o lobuladas, con dos o más lóbulos,
pero siempre dentadas en su margen y con rabillos largos y algo pelosos en los
que a veces se observa látex al ser tronchados. Son finas, generalmente
terminadas en punta, acorazonadas en su base y por lo común lampiñas, de haz
brillante y con el envés que puede tener algunos pelos entre los nervios.
Las flores de las moreras
son pequeñas, unisexuales, agrupadas en una especie de espigas muy densas,
alargafas u ovoides. Cuando maduran, los ejes de las espigas y la envuelta de
las flores femeninas se vuelven carnosas, integrándose en su interior numerosos
granitos que son los verdaderos frutos. Al conjunto de la infrutescencia se
denomina mora. Son blancas o blanco-rosadas, si bien
en ocasiones es rojo o negro.
En los últimos años han
desaparecido varias como consecuencia del proceso urbanizador seguido. Aún
pueden observarse algunos ejemplares en la calle Alberdi y en el parque de
Agustín Rodríguez Sahagún.[1]
[1]
LÓPEZ
LILLO, Antonio:
Árboles de Madrid. Coedición Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de
Madrid y Ediciones Mundi-Prensa, Madrid, 2000, págs. 146-147; WIKIPEDIA: Morus alba [online]
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