lunes, 22 de abril de 2013

El 1 de Mayo en la Dehesa de la Villa

 


 
EL 1 DE MAYO EN LA DEHESA DE LA VILLA

Las primeras manifestaciones del 1º de Mayo se celebraron en Madrid en 1890, de acuerdo con las resoluciones adoptadas en julio del año anterior por el Congreso Socialista Internacional celebrado en París. Pronto se asociará esta fecha con la idea de Fiesta de los Trabajadores, con la celebración de jiras campestres en los merenderos y zonas verdes existentes alrededor de la capital.

La primera tuvo lugar en 1894, fecha en la que los panaderos con familia decidieron pasar la tarde del 1º de Mayo en la Fuente de la Teja. “Pasar la tarde nada más, porque a las nueve o las diez de la noche había que comenzar el trabajo y llegar a él con los sentidos bien despiertos”.[1] Tan grata resultó la jornada, que al año siguiente acudió casi todo el oficio: hubo música, ajustándose “ciegos, que, por parejas, tocaban la bandurria y la guitarra”. También se alquiló un carro para llevar la merienda y el vino, el cual, a última hora serviría de tribuna para inflamadas arengas.

En 1896 los panaderos invitaron a colegas de otros oficios, imitándoles al año siguiente otros grupos de obreros. A partir de 1898-1899 la jira campestre entró en el programa del día, repartiéndose la gente por la Pradera del Corregidor, Moncloa, Ventas, ribera del Manzanares... y, tras la I Guerra Mundial, la Dehesa de la Villa. A partir de 1931, la Dehesa compartirá estas celebraciones con la Casa de Campo.

El domingo 19 de mayo de 1918, la Agrupación Femenina y la Juventud Socialista celebraron una “jira popular” en la Dehesa de la Villa, “en honor de los compañeros amnistiados por los sucesos del pasado agosto”: Largo Caballero, Saborit, Anguiano y Besteiro. A la jira fueron invitados todos los trabajadores madrileños, “esperando acudan con sus respectivas familias”.[2]

Al año siguiente, tras la finalización de la I Guerra Mundial, volvieron a celebrarse las jiras campestres. Según El Socialista: “Por la tarde acudió a la Dehesa de la Villa una enorme cantidad de familias, que pasaron allí la tarde merendando”. El acto se vio amenizado por la banda del Asilo de La Paloma que ejecutó un escogido repertorio.[3] Por la mañana había tenido lugar la manifestación tradicional, recorriendo las calles de Arenal y Alcalá, desde la plaza de Isabel II hasta la plaza de la Independencia, donde se disolvió.

En 1920, la manifestación se vio alterada por los disparos efectuados desde el balcón de una casa de viajeros que había en la calle Arenal, produciéndose un gran revuelo. A las doce y media llegaba la primera bandera a la Casa del Pueblo, dirigiéndose varios oradores a los asistentes desde uno de los balcones que daban a la calle Piamonte. Desde la una de la tarde comenzaron a llegar a la Dehesa de la Villa numerosas familias obreras con sus comidas para pasar el resto del día entre sus pinos. A las cuatro había una gran animación, tanto bajo su arbolado como en los numerosos merenderos que en ella había, reinando gran alegría a lo largo de toda la jornada.

La manifestación de 1922 revistió singular importancia, al realizarse un paro de veinticuatro horas, al que cooperaron los cocheros, los obreros municipales y los dependientes de comercio. Al terminar el acto, al que asistieron unas 40.000 personas, una Comisión se entrevistó con el subsecretario de la Presidencia, haciéndole entrega de las reivindicaciones obreras: Control sindical obrero; urbanización del extrarradio; amnistía para todos los delitos políticos y sociales; derogación de la ley de Jurisdicciones; reconocimiento de la República de los Soviets; auxilio por el estado de los hambrientos rusos; reducción del cupo de filas; disminución del contingente militar y reforma de la ley del Servicio militar obligatorio, y, por último, su protesta contra la guerra de Marruecos. Por la tarde, como ya venía siendo tradicional se celebró una gira campestre en la Dehesa de la Villa.[4]

En 1924, el Gobierno de Primo de Rivera prohibió las manifestaciones del 1º de Mayo, si bien, con permiso de la censura, se hizo público un Manifiesto con las reclamaciones y aspiraciones obreras. Según señalarían los distintos medios de comunicación, la desanimación en las calles de Madrid fue extraordinaria, apareciendo los bares del centro prácticamente desiertos. Por su parte, el comercio, respetando la significación que para la clase obrera tenía el 1º de Mayo, cerró sus puertas, como venía haciendo desde hacía varios años.

Los trabajadores, siguiendo las instrucciones de la UGT y del PSOE, se fueron con sus familias al campo. El Metropolitano y los tranvías transportaron millares de familias, que se fueron dispersando por los pinares de la Dehesa de la Villa y los merenderos de Cuatro Caminos y Amaniel, organizándose meriendas mancomunadas y bailes con orquestas de bandurrias y guitarras. La animación duró hasta bien entrada la noche, en que los grupos regresaron a Madrid cantando “La Internacional”, con vivas a la Fiesta del Trabajo y a Pablo Iglesias.[5]

Como en años anteriores, la jira organizada por los trabajadores madrileños en 1927 se desarrolló en la Dehesa de la Villa, entre otros lugares, con notable afluencia de familias y animación. Un numeroso grupo de socialistas, integrado por miembros de Salud y Cultura, se aposentó en los alrededores de Puerta de Hierro, dedicándose a ejercicios corporales y deportivos. También se cantaron algunos himnos alusivos a la Fiesta que se celebraba.

En 1930 la jornada apareció con un sol magnífico, en contraste con la lluvia caída en días anteriores, superando la afluencia de trabajadores a la Dehesa de la Villa la de otros años. El movimiento no cesó durante todo el día: 26 coches puso la Compañía de tranvías, a pesar de lo cual no dejaron un momento de transportar personas entre Cuatro Caminos y la Dehesa, no resultando fácil encontrar un hueco en ellos.

Desde primeras horas de la mañana comenzaron a llegar a la Dehesa de la Villa numerosos grupos de trabajadores, dispuestos a pasar allí una jornada entrañable. Muchos de ellos prepararon allí sus comidas con leña y ramas de árbol. A mediodía la Dehesa estaba completamente llena, con familias enteras debajo de cada uno de sus árboles. La jornada se vio particularmente animada por la presencia de numerosos vendedores de confituras y frutas, quienes con sus pregones y gritos, confundidos con las canciones populares, producían una gran algarabía.

El 1º de Mayo de 1931 tuvo un carácter especial. El paro fue absoluto, ondeando la bandera de la República desde primera hora en todos los edificios oficiales y en numerosos balcones particulares. Mucho antes de la hora señalada para dar comienzo la manifestación, el lugar aparecía repleto de trabajadores. A las diez y cuarto, tras el disparo de varios cohetes, la manifestación se puso en marcha. En cabeza, presidiendo la manifestación, iba Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, con Largo Caballero, ministro de Trabajo, e Indalecio Prieto, ministro de Hacienda, a su lado. También figuraban en primera fila Besteiro, Gómez, Girals, Ovejero y varios miembros del Consejo General de la Federación Sindical Internacional, de la Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra, de la Internacional del Transporte, de la Confederación Sindical de Finlandia, etc. Rodeando a la presidencia, un cordón de la Milicia socialista, con dos niñas al frente: una vestida de República, con gorro frigio y terciada en una bandera tricolor, y otra vestida de rojo y con una banda en tercerola en que se leía: “¡Viva el socialismo!”. Detrás iban los manifestantes, en número superior a 300.000, cantando “La Marsellesa” y “La Internacional”.

Antes de las cinco de la mañana empezó a llegar la gente a la Casa de Campo, entregada días antes por la República al pueblo de Madrid, aunque sus puertas no se abrían hasta las ocho y media. Muchos obreros lucían el gorro frigio, de papel o paño, o se lo habían puesto a sus hijos. Como el número de niños era muy grande no tardarían en perderse algunos, teniendo que organizar la Guardia Civil un servicio para recogerles y entregarles a sus familias.

También la afluencia de gente a la Dehesa de la Villa fue grande, sobre todo de la zona norte. Muchos de los excursionistas lo hicieron en camionetas adornadas con banderas republicanas. Al anochecer, los excursionistas regresaron a Madrid. La mayoría lo hizo a pie, pero también se utilizaron los más variopintos medios de transporte, como los carros de mano, empujados a duras penas por el cabeza de familia. Ya en el centro, grupos de gallegos y asturianos desfilaron a los acordes de la gaita, entonando canciones regionales.

Aunque la climatología parecía no acompañar el día, desde primeras horas de la mañana, miles de familia se trasladaron a la Casa de Campo y la Dehesa de la Villa para celebrar la fiesta del Trabajo de 1934. Los vecinos de la zona Norte llenaron la Dehesa de la Villa, portando la mayoría de ellos banderas republicanas y la roja del proletariado. En el camino cantaban himnos republicanos, “La Internacional” y el himno de las Juventudes Socialistas. La animación fue extraordinaria a lo largo de todo el día, con numerosos bailes organizados en torno a una guitarra, un acordeón o un gramófono. A primera hora de la noche, las familias regresaron a casa, cantando alegremente.[6]

En 1935, la policía disolvía a quienes intentaban manifestarse en la calle Alberto Aguilera, realizando varias detenciones. Según reflejaría el diario El Sol: “Las clases populares han invadido las zonas campestres cercanas, y entre los chopos, los robles y las encinas se han dedicado al placer de la comida bajo el sol luciente y la siesta campera”.[7] En la plaza de toros de Tetuán aquel día se presentó como novillero Manuel Rodríguez Sánchez Manolete, con toros de Esteban Hernández, alternando con Liborio Ruiz, Silverio Pérez y Varelito Chico.

Desde primera hora de la mañana, la glorieta de Atocha estaba atestada de trabajadores que con sus banderas iban a asistir a la manifestación del 1º de Mayo de 1936. A las diez de la mañana, llegaban hasta el Puente de Vallecas. El centro del paseo del Prado aparecía ocupado por jóvenes socialistas y comunistas, uniformados con camisas azules, así como por las organizaciones juveniles, femeninas e infantiles de las sociedades obreras. Todo el recorrido se hallaba ocupado por millares de personas que no dejaban de dar vivas al Frente Único, a Rusia, a Pablo Iglesias, a Marx, a Besteiro, a Largo Caballero, a Lenin, a Thaelman, a José Díaz y a otras ilustres figuras del proletariado. El texto del manifiesto, entregado al jefe del Gobierno, D. Manuel Azaña, decía:

“Excelentísimo señor presidente del Consejo de ministros: La clase trabajadora madrileña, representada por las organizaciones que suscriben, se manifiestan hoy ante esta Presidencia en apoyo de las conclusiones que a V.E. se elevan en este acto y que constituyen sus aspiraciones inmediatas.
Los trabajadores de Madrid se hallan firmemente resueltos a que el régimen que el pueblo se ha dado no siga sufriendo los ataques francos o encubiertos de que viene siendo objeto por parte de sus enemigos de todas clases, y no menos decididos a que la República siga a ritmos acelerados su avance progresivo hacia una sociedad más justa y más humana.
Por eso, en esta jornada expresan al Gobierno que V.E. preside su deseo de que rápidamente se adopten cuantas medidas y resoluciones sean precisas para traducir en hechos los legítimos anhelos que a V.E. exponen:
Nuestro deseo esencial es que se imprima la máxima celeridad al cumplimiento pleno del pacto del Frente Popular.
Reclamamos que se aborde con resolución el problema del paro obrero con la urgente apertura de obras públicas y otorgando inmediatamente subsidios en tanto no se paguen jornales.
Pedimos la rápida implantación de la semana de cuarenta horas, sin rebaja de salarios, y jornada de seis horas para los jóvenes e industrias insalubres.
Enemigos declarados del fascismo internacional, pedimos al Gobierno que el crédito de 400.000 pesetas acordado por el Gobierno anterior para concurrir a la Olimpiada que organiza el país que en régimen fascista mantiene encarcelado injustamente a Thaelmann y a tantos millares de antifascistas, por cuya libertad luchamos, sea dedicado a la incrementación del deporte popular en España, entregándoselo a las organizaciones que en el país desarrollan, en medio de infinitas dificultades y privaciones este deporte popular.
Exigencia de responsabilidades para los autores e inductores de la represión de octubre. Que se acometa una reforma profunda en la organización del Ejército, de la magistratura y de la burocracia en todo el aparato del Estado.
Pedimos la disolución y el desarme efectivo de todas las organizaciones fascistas y monárquicas, y confiscación de sus propiedades y bienes en beneficio de los obreros parados.
Para atender inmediatamente a las angustiosas necesidades de los mutilados y las familias de las víctimas de la brutal represión de octubre, que sufren hoy espantosa miseria, solicitamos que por el Parlamento de la República se vote un crédito extraordinario que sirva para otorgar auxilios y pensiones.
Que se amplíe la amnistía hasta que alcancen sus beneficios a todos los presos políticos y sociales que, habiendo sido considerados equivocadamente como comunes, permanecen aún en las cárceles de la República. Concesión de indulto a los presos comunes.
Nos pronunciamos, en fin, contra la guerra imperialista y en defensa de la U.R.S.S. y de su política de paz. Por eso reclamamos del Gobierno la participación de España en los pactos colectivos de paz y la normalización inmediata de las relaciones políticas y económicas con la Unión Soviética.
El Gobierno, al recoger y atender estos anhelos de la clase trabajadora madrileña, que son los de la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles, contribuirá poderosamente a sacar al país de la situación de miseria en que se encuentra sumido y lo colocará en la del progreso, de la paz, de la libertad y el bienestar.
Así lo esperamos, deseando a V.E. muchos años de vida.- Madrid, 1 de mayo de 1936.- Por la Agrupación Socialista Madrileña, Enrique de Francisco; por el Radio Comunista de Madrid, Luis Cabo Gloria; por la Casa del Pueblo de Madrid, Luis Menéndez; por las Juventudes Unificadas, Felipe Muñoz Arconada”.[8]

La ciudad presentaba un aspecto sorprendente, con las calles convertidas en improvisados campos de fútbol y las niñas jugando a la comba. En las aceras se veían muchas sillas de paja con personas tomando el sol. Dada la afluencia de público, 400.000 personas en la Casa de Campo y 100.000 en la Dehesa de la Villa, las autoridades instalaron en el Colegio de la Paloma y en la casa de la Administración de la Casa de Campo un servicio de socorro.

Asociación de Amistad 1º de Mayo. Tetuán-Dehesa de la Villa
Coordinadora "Salvemos la Dehesa de la Villa"


[1] La Libertad, 2 de mayo de 1930.
[2] El Socialista, 18 de mayo de 1918.
[3] El Socialista, 2 de mayo de 1919.
[4] El Sol, 2 de mayo de 1922.
[5] La Libertad, 2 de mayo de 1924.
[6] Heraldo de Madrid, 2 de mayo de 1934.
[7] El Sol, 2 de mayo de 1935.
[8] El Sol, 2 de mayo de 1936.

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