Antonio Ortiz Mateos, historiador
Puerta del Sol de Madrid durante la huelga del 34.
En las elecciones, las
primeras en las que iban a votar las mujeres, las derechas formaron un frente
único electoral, cuyo programa era: “Revisión de la legislación laica y
socializante”, “defensa de los intereses económicos del país” y
amnistía.[1] Las
izquierdas, por su parte, se presentaron divididas, excepto en Bilbao y Málaga,
caracterizándose su campaña por la radicalización de los socialistas,
desengañados de la etapa de colaboración. Como señalaba Largo Caballero en una
entrevista concedida al periódico El Liberal:
“Precisamente
hace unas horas repasaba yo por curiosidad los compromisos que los partidos
republicanos tenían contraídos con nosotros, y comprobaba con amargura que el
80 por 100 de estas promesas formales habían quedado en eso; en promesas.
Reforma agraria, enseñanza laica, ley de Arrendamientos, legislación social en
todos los órdenes, ¿qué son en realidad estas cosas sino bellas entelequias sin
virtualidad ni eficacia alguna? La reforma agraria no existe; la enseñanza
laica es un mito; la ley de Arrendamientos allí quedó, sobre la mesa de las
Cortes, en espera de días más propicios. Y con respecto a la legislación
social, si bien es cierto que se llevó mucha a la Gaceta, ahí la tiene usted
muriéndose de risa, en espera también de quien quiera y pueda hacerla cumplir.
¿Cómo quiere usted, ante este panorama, que los socialistas nos sintamos
satisfechos por la labor realizada en los dos años y medio de República?”.[2]
El 19 de noviembre fue a
las urnas el 67,56% del censo electoral, viéndose en esta ocasión favorecidas
las derechas por la ley electoral, que concedía prima a la mayoría.[3] Las
derechas obtuvieron 217 diputados, los partidos de centro, 156, y los de
izquierda, 99. Las elecciones hacían de la CEDA, con 115 diputados, el primer
grupo parlamentario y de los radicales y grupos del centro el eje de la
situación política. A nadie cabía ya la menor duda de que el momento había
llegado para que Lerroux gobernase, apoyándose en la derecha o en parte de
ella.
Antes de que ello
ocurriera, el 8 de diciembre, la CNT llevaba a cabo un nuevo intento
insurreccional, el cual debía tener lugar en Aragón apoyado por la huelga general
revolucionaria en el resto del país. El gobierno reprimió con gran dureza el
movimiento: se practicaron detenciones, se declaró la ilegalidad de la CNT, se
clausuraron sus locales y fue suspendida su prensa.[4]
Cacheo de los guardias de seguridad a los transeúntes
El 18 de diciembre se
constituía el Gobierno Lerroux, formado por ocho radicales, un progresista, dos
independientes, un liberal demócrata y un agrario. Apoyado en una sólida
mayoría parlamentaria, el Gobierno emprendió la obra de rectificar lo legislado
entre 1931 y 1933.
Nada más constituirse se
empezó a discutir en el Congreso amnistiar a los sublevados en agosto de 1932,
invitando a Guadalhorce y a Calvo Sotelo, que se encontraba exiliado en París,
a ocupar sus escaños parlamentarios. Tales hechos, unidos a la situación
internacional y la creciente violencia protagonizada por la Falange, “inquietaron
cada día más a la clase obrera y las izquierdas sobre el peligro de un fascismo
que acabase con la República”.[5]
En el campo, la restauración
social no se hizo esperar: un decreto del 11 de febrero de 1934 ordenaba la
expulsión de los campesinos de las fincas dedicadas a cultivo intensivo,
procediéndose al desahucio de 28.000 braceros. Una circular cinco días más
tarde suspendía la revisión de las rentas de fincas rústicas. Los propietarios,
por su parte, se aprestaron a bajar los salarios.
El 31 de marzo de 1934
varios representantes de la extrema derecha española –Goicoechea por Renovación
Española y Olazábal por el tradicionalismo- se reunieron en Roma con Mussolini
e Italo Balbo, firmando un documento según el cual el gobierno fascista de
Italia prometía ayudarles a derribar la República española con armas, dinero y
preparación militar.[6] El 27
de abril, Gil Robles concentraba en el Escorial a más de 25.000 personas,
recordando con sus gritos -¡Jefe! ¡Jefe! ¡Jefe!- la Marcha de Mussolini
hacia Roma. Las organizaciones obreras madrileñas respondieron a esta
provocación con la huelga general.
A finales de abril, el
Congreso aprobaba la ley de Amnistía. Alcalá Zamora se resistió a firmarla,
accediendo a ello tras introducir diversas modificaciones, entre las que se
encontraba que los generales amnistiados no pudieran ser designados para
puestos de mando, lo que significaba desautorizar al Gobierno. Lerroux no tuvo
más remedio que dimitir, siendo sustituido por Ricardo Samper.
Según avanzaba 1934, la tensión y el recurso a
la violencia aumentaban de día en día. Alguno de los hechos más significativos
fueron: el recurso del Gobierno ante el Constitucional de la ley de Contratos
de Cultivo aprobada por el Parlamento Catalán y la paralización del proyecto de
Estatuto vasco; la entrada de Calvo Sotelo en las Cortes; la bajada de los
salarios por los terratenientes a niveles inferiores a los de 1931; el
entrenamiento militar de las milicias tradicionalistas en Navarra; los
atentados de las milicias falangistas, que se concentraban en Carabanchel,
contra la Casa del Pueblo de Cuatro Caminos, contra el Fomento de las Artes y
contra una exposición en el Ateneo de Madrid; el ataque a varios grupos de
jóvenes en El Pardo y posterior ametrallamiento de varios jóvenes socialistas
que volvían del campo, muriendo Juanita Rico; la muerte del comunista Izquierdo
en una refriega, etc. Tal clima, alimentado por la prensa de derecha, cada vez
más enardecida, unido al hecho de que el Gobierno actuaba al dictado de la
CEDA, cuya lealtad hacia la República era más que dudosa, “acrecentaba la
inquietud de las izquierdas y la tendencia a responder a la violencia con la
violencia y a desatar una revolución si la derecha cedista accedía al poder”.[7]
La Glorieta de Cuatro Caminos durante la huelga general
En aquel ambiente, según
señalaría años más tarde Largo Caballero en sus Recuerdos, se presentó
un día Fernando de los Ríos en la Ejecutiva del PSOE con una nota de una alta
personalidad del Ejército, en la que se informaba de las reuniones celebradas
en el domicilio de Calvo Sotelo y en la redacción del diario derechista El
Debate, en la que se hablaba de detener a Azaña, Prieto, De los Ríos, Largo
Caballero y otros. Tras cambiar impresiones, la Ejecutiva acordó preparase para
la defensa, convocando a la Ejecutiva de la UGT para celebrar una reunión
conjunta y examinar la situación. “Besteiro, Saborit y Trifón Gómez en
nombre de la Unión General, manifestaron que lo más prudente era dejar correr
los acontecimientos y trabajar como se pudiese para conservar la organización,
esperando tiempos mejores”.[8]
Tras varias reuniones en
las que no se llegó a ningún acuerdo, Largo Caballero propuso que el PSOE
actuase por su cuenta, y que si la UGT quería adherirse que lo hiciera cuando
le pereciese. Para el caso de que surgiese la necesidad de llevar a cabo la
acción, la Ejecutiva socialista nombró una Comisión especial organizadora de la
misma, encabezada por Largo Caballero, con representantes del PSOE, de la UGT,
si finalmente se adhería, y de las Juventudes Socialistas. Como Secretario
encargado de la correspondencia y documentación se designó a Enrique de
Francisco, quien venía desempeñando estas funciones en el partido.
Días más tarde, Besteiro
manifestó su disposición a reunirse de nuevo, siempre que se elaborase un
programa como bandera del movimiento, a desarrollar si éste triunfaba,
acordándose que Prieto y Besteiro se reunieran y redactaran un escrito que
pudiese ser aceptado por todos. No fue posible el acuerdo, aprobando la
Ejecutiva del PSOE la propuesta de Prieto, en la que se proponía, entre otras
cuestiones, la libertad religiosa, la socialización de la tierra y la
disolución de la Guardia Civil, así como otras medidas que completaban los
principios constitucionales. El programa se remitió al Comité Nacional de la
UGT, aprobándolo tras una fuerte discusión que tuvo como consecuencia las
dimisiones de Besteiro, Trifón Gómez y Saborit, asumiendo Largo Caballero la
secretaría general de la UGT.
Al llegar el mes de junio
la Federación de Trabajadores de la Tierra declaró, bajo la presión de sus
bases, una huelga general de campesinos. Largo Caballero y la Comisión
Ejecutiva de la UGT, que barajaban la idea de un posible movimiento
revolucionario para más adelante, se manifestaron en contra, al estimar que con
la huelga se desgastaba el potencial de las organizaciones campesinas para una
acción posterior coordinada con los trabajadores de las ciudades. La respuesta
del Gobierno fue considerar “servicio público la recolección de la cosecha”,
suspendiendo los derechos de reunión y amenazando a los dirigentes de cada
pueblo que se negasen a retirar los oficios de paro. A pesar de ello, la huelga
fue total en Jaén, Granada, Cáceres, Badajoz y Ciudad Real, y parcial en las de
Córdoba y Toledo. La huelga duró dos semanas, acreditándose Salazar Alonso “como
el más duro de los ministros de Gobernación”: la fuerza pública practicó
unas 7.000 detenciones, de las que 2.000 se transformaron en procesos.[9]
Guardias civiles disparando desde los tejados de las casas
Aún duraba la huelga del
campo, cuando el Tribunal de Garantías Constitucionales, con mayoría de derecha
y extrema derecha, declaró inconstitucional la ley catalana de Contratos de
Cultivo. No admitieron la decisión los catalanes, que se retiraron de las
Cortes –secundados por los vascos- y votaron de nuevo el texto en su
Parlamento, sin modificación. El Gobierno, tras una sesión de Cortes
agitadísima, consiguió que se suspendieran las sesiones de Cortes durante todo
el verano, tiempo que aprovecharía para llegar a un acuerdo con el Gobierno de
Cataluña: votar el contenido de la Ley en forma de decreto de aplicación, del
que desaparecían los preceptos tachados de inconstitucionales.
Mientras tanto, en el País
Vasco se había levantado una fuerte corriente de opinión contra un decreto del
ministro de Hacienda, Marraco, considerado atentatorio para los “conciertos
económicos” de las diputaciones con el Estado. La cuestión se envenenaba
porque la mayoría parlamentaria de centro-derecha seguía bloqueando el Estatuto
vasco desde diciembre de 1933.
El 31 de agosto, un grupo
falangista hizo uso de las armas en Cuatro Caminos y causó la muerte de Joaquín
de Grado, del Comité Central de las Juventudes Comunistas. Al día siguiente, en
un clima de gran indignación, más de setenta mil obreros desfilaron tras el
féretro, detrás de los dirigentes comunistas y socialistas. Las milicias de
ambas juventudes desfilaron en línea de tres, vistiendo camisas rojas y azules,
respectivamente. Al paso del cortejo, el capitán González Gil lanzó rosas rojas
sobre el féretro desde un avión.[10]
El 9 de septiembre, Gil
Robles reunía a sus seguidores en Covadonga, un lugar de regusto tradicional,
exclamando: “¡Hasta aquí hemos llegado y ya no vamos a aguantar más!”.
Las organizaciones obreras respondieron con la huelga general en Madrid y Asturias,
clausurando Gómez Salazar la Casa del Pueblo. Al día siguiente, El
Socialista señalaba: “La clase obrera madrileña demostró ayer,
nuevamente, que no se la vence con facilidad”.[11]
Por su parte, el Comité
revolucionario continuaba trabajando en la sombra. El día 11, se descubrió en
San Sebastián de Pravia (Asturias) un alijo de armas en el vapor Turquesa,
propiedad de Horacio Echevarrieta. También se encontraron armas, relacionadas
con el movimiento que se preparaba, según reconocería Largo Caballero, en una
casa de Cuatro Caminos, en la Ciudad Jardín, en la Ciudad Universitaria y en la
Ciudad Lineal.[12]
A finales de septiembre,
la crisis del Gobierno Samper se consideraba inminente. El 1º de octubre, al
abrirse las Cortes, Gil Robles acusó de debilidad al Gobierno, retirándole su
apoyo: “Se ha demostrado que es preciso una rectificación –dijo,
dirigiéndose a Samper- y que su señoría no es el indicado para hacerlo”.
Diez minutos más tarde el Gobierno declaraba oficialmente la crisis. Se
abrieron consultas en Palacio: Azaña, Maura y Martínez Barrio aconsejaron la
disolución de las Cortes; Gil Robles y Lerroux, por su parte, se mostraron
favorables a la formación de un gobierno
con los radicales como eje y la participación de agrarios, Lliga y CEDA.
Alcalá Zamora encargó a Lerroux que formase gobierno. El 3 por la noche se
ordenaba el acuartelamiento de las tropas. A media tarde del 4 quedaba
constituido el nuevo gobierno, cuya principal novedad era la participación en
el mismo de la CEDA. La suerte estaba echada.[13]
Patrulla de la Guardia Civil de Caballería en la barriada de Tetuán
Nada más conocer los
nombramientos, se reunieron las ejecutivas del PSOE y de la UGT, acordando
declarar la huelga general en toda España. Prieto y Largo Caballero se quedaron
en la redacción de El Socialista, a donde acudían compañeros de
provincias y de Madrid solicitando informes o misiones que cumplir. Se
imprimieron hojas y manifiestos llamando a la huelga y se dieron instrucciones
a las Sociedades de la Casa del Pueblo. Los diputados salieron a provincias
para ponerse al frente del movimiento.
Al amanecer del día 5 el
paro era total en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao y todo el País
Vasco, Sevilla, Córdoba, Salamanca, Palencia... En Andalucía paraban los
obreros de las ciudades, en general, pero los del campo, muy quebrantados por la
represión que siguió a la huelga de junio, no parecían secundar el movimiento.
Toda Asturias estaba paralizada, asaltando los mineros los cuartelillos de la
Guardia Civil, que iban cayendo uno tras otro en su poder. Al mismo tiempo se
constituía el primer Comité Revolucionario, presidido por González Peña y de
mayoría socialista, pero con representantes de la CNT y del PCE, miembros de la
Alianza Obrera de Asturias. En Cataluña, tras la huelga general iniciada por la
Alianza Obrera -desautorizada por la CNT a través de la radio- Companys
proclama “el Estado catalán de la República Federal Española”, aunque
sin dar armas al pueblo, y contando sólo con las fuerzas del Orden Público de
la Generalitat. En la madrugada del 5, las milicias de jóvenes socialistas,
mandadas por el capitán Condés y el teniente Moreno, intentaron apoderarse en
Madrid de los edificios oficiales o estratégicos, fracasando tras algunos
tiroteos.[14] Amaneció el día 5 en un
Madrid sin comercios, sin pan, sin prensa –salvo ABC y El Debate-,
sin metro ni tranvías, en el que se propalaban toda clase de rumores sobre los
encuentros armados de la madrugada.
En su edición del día 5, ABC
daba cuenta de las detenciones practicadas así como de los disparos habidos
contra un sereno en la Colonia Residencia, sita en los terrenos del antiguo
Hipódromo, a raíz de los cuales fue detenido Matías Fernando Moreno, quien
prestaba sus servicios como carpintero en el Asilo de la Paloma, en la Dehesa
de la Villa, ocupándosele una pistola ametralladora. También resultó detenido
Antonio Sáez Pulido, un sastre de la calle Tenerife, en Bellas Vistas; tras ser
asistido en la Casa de Socorro, fue puesto a disposición judicial. En la
madrugada, el personal del Metro decidió abandonar el servicio, siendo enviadas
fuerzas de la Guardia Civil para custodiar las estaciones y los túneles.[15]
Al
día siguiente, el mismo diario ABC recogía el tiroteo sufrido por el
puesto de la Guardia Civil de Peñagrande aquella madrugada. Los guardias,
convenientemente parapetados, consiguieron repeler la agresión, realizando a
continuación una descubierta por los alrededores, sin lograr detener a nadie.[16]
La Guardia Civil, desde la calle Bravo Murillo respondiendo al fuego de los trabajadores
A
pesar de las declaraciones oficiales, asegurando tener controlada la situación
en toda España, los incidentes en las barriadas de Cuatro Caminos, Tetuán y
Peñagrande, al igual que en otros lugares de la capital, se multiplicaron,
adquiriendo cada vez mayor virulencia. A primera hora de la mañana un grupo de
personas tiroteaba frente al Cine Tetuán, sito en la calle Bravo Murillo, 196,
a un guardia de Asalto, ingresando cadáver en la Casa de Socorro de Tetuán de
las Victorias. Una pareja de la Guardia Civil y otro guardia de Asalto que
realizaban labores de vigilancia en la zona acudieron en auxilio de la víctima,
disparando sobre los agresores, pero éstos consiguieron huir.
Casi
simultáneamente, un numeroso grupo de personas intercambió disparos con una
pareja de la Benemérita que se encontraba de servicio junto al Hotel del Negro,
en la Plaza de Castilla, sin que hubiera víctimas por ninguna de ambas partes.
Avisadas por los guardias, del puesto de la Guardia Civil de Tetuán de las
Victorias acudieron más fuerzas de la Benemérita y de la Dirección de Seguridad
dos camionetas con guardias de Asalto. Los huelguistas, lejos de deponer su
actitud, continuaron hostilizando a la fuerza pública durante más de dos horas.
A la refriega se sumaron también algunos vecinos de la barriada, disparando
desde sus casas contra los guardias. Algunas de las personas que habían
intervenido en los enfrentamientos del Hotel del Negro llegaron disparando
hasta las cercanías de la comisaría de Cuatro Caminos, la cual reforzaría su
guardia ante la posibilidad de que intentaran asaltarla. Al terminar el tiroteo
varios vecinos yacían en sus calles con heridas de armas de fuego, muriendo al
poco de ingresar en el puesto de la Cruz Roja de Tetuán de las Victorias Juan
Alonso Ortega, un barrendero domiciliado en la calle Prim, y Marcelino Martín,
residente en la calle Ceuta.[17]
Hacia
las nueve y media de la mañana, uno de los grupos que había intervenido en los
enfrentamientos de Tetuán de las Victorias y Cuatro Caminos se dirigieron a la
calle Guzmán el Bueno, atacando el cuartel de la Benemérita allí enclavado. Las
fuerzas de la Guardia Civil que había en el interior repelieron la agresión,
entablándose un fuerte tiroteo entre ambas partes, que dejó como balance dos
muertos, entre ellos un niño de catorce años, y varios heridos. Los
enfrentamientos en Tetuán y Cuatro Caminos continuarían durante toda la
jornada, con tiroteos en diversos lugares.
A
última hora de la tarde, un grupo de unas doscientas personas se concentraron
en las tapias de El Pardo y proximidades de Peñagrande, interviniendo la fuerza
pública, tras ser puesta sobre aviso.
A la puerta de una tahona de la calle Eloy Gonzalo
También
la Ciudad Universitaria fue escenario de diversos enfrentamientos entre los
estudiantes, los obreros de la construcción y la fuerza pública. En aquella
época, según comenta Manuel González Bastante, el Colegio de Huérfanos
Ferroviarios “cerraba” el acceso desde la Ciudad Universitaria a Madrid, por la
Dehesa de la Villa y la calle Francos Rodríguez. “Yo les abrí un agujero en
las bardas de tela metálica que separaban al colegio del Canal de Isabel II, y
ellos se metían por allí”. Al pasar le dejaban las pistolas a González
Bastante, a pesar de su edad, quince años. “Yo empecé guardando pistolas de
trabajadores y estudiantes huelguistas de la Ciudad Universitaria y además
facilitándoles el paso”.[18] Dos
meses más tarde, durante las vacaciones navideñas, ingresó en las Juventudes
Socialistas de Ciudad Real.
El
6 de octubre, el gobernador civil de la provincia, Francisco Javier Morata
Pedreño, dictaba un bando prohibiendo las huelgas o paros en los servicios
públicos. Por su parte, el Gobierno, tras acusar al alcalde de Madrid de no
garantizar la prestación de los servicios municipales, destituyó en su cargo a
Pedro Rico, incautándose del Ayuntamiento el domingo por la tarde Martínez de
Velasco, ministro sin cartera. Finalmente, por la noche, el presidente de la
República declaraba el estado de guerra: a las diez de la noche, dos secciones
del Regimiento de Infantería número 31 aparecieron en la Puerta del Sol, dando
lectura a la orden del general de división Virgilio Cabanellas por la que se
proclamaba el estado de guerra en Madrid, Ciudad Real, Toledo, Cuenca y
Badajoz, provincias que comprendían la Primera División Militar.[19]
Aquel
mismo día, en un claro intento por desacreditarle, el diario ABC se
hacía eco del rumor que circulaba por Madrid sobre la marcha de Largo Caballero
al extranjero, no aclarando el punto de destino: Francia, Portugal... “mientras
en Madrid y provincias los obreros, a los que él ha envenenado con sus
propagandas, caían en la lucha con la fuerza pública”.[20]
El
día 9 de octubre, el diario ABC daba cuenta del hallazgo por la Policía
de una ametralladora de gran calibre en un solar de la calle Hernani, con dos
tambores y cerca de un millar de proyectiles, así como de los enfrentamientos
habidos el día anterior en casi todos los barrios de Madrid, entre ellos en los
de Chamartín de la Rosa, Tetuán de las Victorias, Cuatro Caminos y Chamberí,
algunos de bastante intensidad. Según el diario: “Las agresiones partían
casi siempre de las azoteas y tejados de algunas casas, donde los revoltosos se
parapetaban para huir seguidamente, saltando de una a otra hasta desaparecer”.
Varias comisarías fueron hostilizadas, especialmente las de Congreso,
Universidad y Puente de Vallecas. En Tetuán de las Victorias, por la tarde,
varias personas tirotearon a un cabo de Seguridad cuando iba a incorporarse al
servicio, ocasionándole la muerte. En otro tiroteo, frente al Ayuntamiento de
Chamartín de la Rosa, dos guardias resultaron heridos. A consecuencia de un
tiroteo en la calle Eloy Gonzalo, un hombre resultó muerto. Por la noche, fue
atacada a tiros la estación de tranvías de los Cuatro Caminos, siendo repelida
la agresión por la fuerza que se encontraba en el lugar.[21]
El
diario daba cuenta también de las detenciones habidas, destacando las del
Comité de enlace de la CNT, la del Comité revolucionario de la Juventud
Socialista, entre los que se encontraba Santiago Carrillo, y la del diputado
socialista Luis Jiménez Asúa, junto a Luis Rufilanchas. Todos ellos, después de
comparecer en la Dirección General de Seguridad, fueron puestos a disposición
del Juzgado militar.
El
martes 9 de octubre se reunían de nuevo las Cortes, con las terrazas de las
casas situadas en las calles próximas tomadas por la fuerza pública. No
acudieron los diputados de las minorías socialista, Ezquerra Republicana y Unión
de Izquierdas, ni tampoco los radicales-demócratas de Martínez Barrio ni los
llamados conservadores de Miguel Maura, a excepción de algunos que rompieron la
disciplina de partido. Durante la sesión, como quiera que los nacionalistas
vascos no se pusieron en pie para vitorear al Gobierno y a España, Calvo Sotelo
y Honorio Maura pidieron a los nacionalistas vascos que se sumaran al homenaje,
negándose. Entonces Calvo Sotelo se dirigió a donde se encontraba Aguirre,
increpándole primero y abofeteándole después. Rápidamente acudieron otros
diputados, separándoles.
Mientras
tanto, se registraban varios tiroteos en las calles de Madrid, como los habidos
en la calle Cardenal Cisneros, en Chamberí, o el estallido de dos bombas en la
calle de Guzmán el Bueno. Por la tarde, volvieron los “pacos”,
disparándose sobre la fuerza pública desde el tejado de una sala de
espectáculos, sita en la calle Fuencarral, y desde un balcón de la calle Ríos
Rosas. En una casa de la calle Carranza, cerca de donde estaba instalada la redacción
de El Socialista, era detenido el hijo de Indalecio Prieto, siendo
interrogado sobre los disparos que presumiblemente se habían hecho desde
aquella casa y su reciente viaje a Asturias.
Al
día siguiente comenzaron a celebrarse en Madrid los consejos sumarísimos,
continuando con las detenciones: más de 2.000 personas desde el día 5 de
octubre. “Entre ellos figuran numerosos dirigentes de la UGT y del partido
comunista, así como muchos individuos que fueron sorprendidos tiroteando a la
fuerza, repartiendo hojas subversivas, coaccionando a los obreros, etc.”.[22]
En
los días siguientes Madrid fue recuperando la “normalidad”, si bien no
faltaron los incidentes, como la muerte de una mujer en una casa de la plaza
del 14 de abril, al disparársele el arma a un soldado tras resbalar en las
escaleras, según la versión oficial. O la explosión de una bomba en la calle
Bravo Murillo, 207, y dos petardos en Raimundo Fernández Villaverde. El día 12,
la policía de la Comisaría de Universidad encontraba en el llamado “campo de
las Calaveras” 13 petardos, nueve pistones para cartuchos de dinamita y
tres cargadores de pistola. En Chamartín de la Rosa fueron reunidos todos los
jefes de los servicios municipales de esta localidad, “acordando por
unanimidad” reanudar el trabajo en todos los servicios dependientes del
Ayuntamiento.[23] A pesar de ello,
continuaron las detenciones, 350 personas aquel día, y los “paqueos”: en
varias calles de Chamberí, en Rosales...[24]
En
la madrugada del domingo 14 de octubre, a las cuatro menos cuarto, era detenido
Francisco Largo Caballero en su casa de la calle Sort, en la Dehesa de la
Villa. Primero fue conducido a la Dirección de Seguridad y de ésta a la Cárcel
Modelo, a disposición del juez militar.
[1] El Comité electoral, presidido por Martínez de Velasco,
estaba compuesto por Gil Robles, Lamamié de Clairac, Sainz Rodríguez, Calderón,
Royo Villanova, Cid y Casanueva: monárquicos, tradicionalistas y, sobre todo,
agrarios y Acción Popular fundidos ya en la C.E.D.A.
[2] El Liberal, 19 de octubre de 1933.
[3] Según la revista Nuevo Mundo,
Largo Caballero votó en la sección 121, de la Dehesa de la Villa. Nuevo
Mundo, 24 de noviembre de 1933.
[4] Asimismo fueron cerrados numerosos
locales comunistas y se suspendieron sus periódicos.
[5] TUÑÓN DE LARA, M.: La España...,
1973, p. 342
[6] El documento decía: “1º Que está
dispuesto (Mussolini) a ayudar con la asistencia y medios necesarios a ambas
partes de la oposición al régimen existente, con el fin de derrumbarlo y
reemplazarlo por una Regencia que prepararía la restauración completa de la
monarquía. 2º Que como demostración práctica y previa de esta intención está
dispuesto a contribuir inmediatamente con 20.000 fusiles, 20.000 granadas de
mano, 200 ametralladoras y 1.500.000 pesetas en metálico...”. TUÑÓN DE
LARA, M.: La España..., 1973, p. 345
[7] Ibidem, p. 347
[8] LARGO CABALLERO, F., Mis
recuerdos…, 1976, p. 123
[9] TUÑÓN DE LARA, M.: “Historia...”,
1999, pp. 578-579
[10] TUÑÓN DE LARA, M.: La España...,
1973, p. 350
[11] Ibidem, p. 351
[12] LARGO CABALLERO, F., Mis
recuerdos…, 1976, p. 110
[13] TUÑÓN DE LARA, M.: La España...,
1973, p. 353
[14] TUÑÓN DE LARA, M.: “Historia...”,
1999, p. 580.
[15] ABC, 5 de octubre de 1934.
[16] ABC, 6 de octubre de 1934.
[17] ABC, 7 de octubre de 1934.
[18] MUÑÓN, E.: Entrevista..., 1987,
pp. 26-27.
[19] ABC, 7 de octubre de 1934.
[20] ABC, 7 de octubre de 1934.
[21] ABC, 9 de octubre de 1934.
[22] ABC, 11 de octubre de 1934.
[23] ABC, 12 de octubre de 1934.
[24] ABC, 13 de octubre de 1934.
Fotos: http://lacorrientedelgolfo.wordpress.com/2013/04/08/la-revolucion-de-octubre-a-traves-de-las-imagenes-madrid-1934/
Fotos: http://lacorrientedelgolfo.wordpress.com/2013/04/08/la-revolucion-de-octubre-a-traves-de-las-imagenes-madrid-1934/
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