Antonio Ortiz Mateos
Historiador
Al advenimiento de la República, Madrid contaba con 40.000 niños en la calle por falta de escuelas. El Ayuntamiento, dirigido por Pedro Rico, tenía que abrir escuelas rápidamente y en gran número. Donde tuvo solar y pudo construir, construyó. Donde tuvo solar y no pudo construir, plantó unos magníficos pabellones “Dockers”, procedentes de la Ciudad Universitaria. Y cuando no pudo construir, alquiló hotelitos, pisos, casas enteras, “instalando con todo decoro magníficas escuelas”. Dos años más tarde el balance resultaba ciertamente extraordinario, expresión del compromiso de la República con la infancia, la educación y la cultura, en contraste con “la incuria y el abandono consciente y criminal de la monarquía”: 18 grandes grupos escolares construidos, con 370 clases a las que asistían 18.500 niños.[1]
Historiador
Al advenimiento de la República, Madrid contaba con 40.000 niños en la calle por falta de escuelas. El Ayuntamiento, dirigido por Pedro Rico, tenía que abrir escuelas rápidamente y en gran número. Donde tuvo solar y pudo construir, construyó. Donde tuvo solar y no pudo construir, plantó unos magníficos pabellones “Dockers”, procedentes de la Ciudad Universitaria. Y cuando no pudo construir, alquiló hotelitos, pisos, casas enteras, “instalando con todo decoro magníficas escuelas”. Dos años más tarde el balance resultaba ciertamente extraordinario, expresión del compromiso de la República con la infancia, la educación y la cultura, en contraste con “la incuria y el abandono consciente y criminal de la monarquía”: 18 grandes grupos escolares construidos, con 370 clases a las que asistían 18.500 niños.[1]
Después de varios años de reticencias
entre las Administraciones central y local, finalmente ambas firmaron en 1922
un convenio para la edificación de seis Grupos escolares en Madrid, financiados
a partes iguales por el Estado y el Municipio. Su proceso de construcción
estuvo erizado de problemas, puesto que los Ayuntamientos primorriveristas de
la capital fueron más proclives a instalar nuevas escuelas unitarias en casas
de vecindad, según el sistema tradicional, que a diseñar planes globales de
edificación de graduadas. Finalmente se inauguraron entre 1929 y 1930.[2]
Escuela Popular de Tetuán en la calle Azucenas. Actual sede PSOE. 1930
En 1930, a raíz del análisis efectuado por la
Oficina de Información de la Ciudad en 1929 y la presión vecinal de los
habitantes del extrarradio, la Junta Mixta constituida por el Estado y el
Ayuntamiento de Madrid elaboró un primer plan de intervención, acometiendo los
primeros proyectos con presupuesto exclusivamente municipal. Como
interlocutores técnicos, la Junta contaba con Antonio Flórez Urdapilleta,
director de la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas por el Estado, y con
Bernardo Giner de los Ríos, arquitecto jefe de la Sección de Construcciones
Escolares del Ayuntamiento de Madrid. Con la proclamación de la República, en
abril de 1931, se reorganizó la Junta, solicitando del Gobierno provisional la
concesión de nueve millones de pesetas al Ministerio de Instrucción para la
construcción de nuevos grupos escolares, dado que sólo disponía de un millón,
mientras que el Ayuntamiento disponía de diez millones. El 7 de mayo de 1931,
el gobierno concedía el dinero solicitado, redactando la Junta el Plan 1931, el
cual incluía la construcción en Madrid de 18 nuevos Grupos Escolares “dotados
de espacios para todo tipo de actividades higiénico-pedagógicas: piscinas,
baños-duchas, salas para los servicios médicos y psicotécnicos, talleres de
trabajos manuales, bibliotecas, comedores, patios de recreo y jardines, aulas
para niños con problemas de aprendizaje y superdotados...”. [3]
Clases en el Asilo Paloma.
Una vez subastadas las obras del plan de 1931
comenzó la Junta a trazar el plan de 1932, ampliando sus objetivos, de acuerdo
con la ley de 23 de agosto de 1932, a la reforma y adaptación de los Grupos ya
existentes. Junto a la construcción de nuevos Grupos, el plan de 1932 supuso la
reforma y ampliación de los Grupos Aguirre, Bosque, Peñalver, Joaquín Costa,
Carmen Rojo, Concepción Arenal, Pardo Bazán, Luis Bello y las escuelas
establecidas en las calles Ávila, 30, y Luis Cabrera.
La Junta inició asimismo la discusión del
plan para 1933, proyectando la construcción de veintiún nuevos Grupos y la
reforma y ampliación de otros trece, dando en esta ocasión un gran impulso a
las escuelas maternales. Contaba para ello con un presupuesto de catorce
millones de pesetas, aportadas al cincuenta por ciento por el Ayuntamiento y el
Ministerio.
El 11 de febrero de 1933, aniversario
de la primera República, se inauguraron los cinco primeros Grupos, con
capacidad para 2.350 niños: Lope de Rueda, Tomás Bretón, Rosario de Acuña,
Blasco Ibáñez y Pablo Iglesias. El 14 de abril siete Grupos, más el adjunto a
la Escuela Normal de Maestros y Museo Pedagógico, con capacidad para 5.200
niños: Amador de los Ríos, Marcelo Usera, Joaquín Dicenta, Tirso de Molina,
Claudio Moyano, Joaquín Sorolla y Francisco Giner. Y el 6 de noviembre los seis
últimos: Emilio Castelar, Alfredo Calderón, Nicolás Salmerón, Leopoldo Alas,
Miguel de Unamuno y 14 de Abril, más dos Grupos, Mariano de Cavia y Ortega
Munilla, correspondientes al plan de 1932, con un total de 5.700 plazas
escolares.
Las inauguraciones del 14 de abril,
aniversario de la Segunda República comenzaron a las diez de la mañana, con la
visita a la Escuela Normal de Maestras y Museo Pedagógico del presidente de la
República, Alcalá Zamora, al que acompañaban los presidentes del Gobierno,
Manuel Azaña, y de la Cámara, Julián Besteiro, así como los ministros de
Instrucción pública, Fernando de los Ríos, Marina, José Giral, y Trabajo, Largo
Caballero, y el alcalde de Madrid, Pedro Rico, entre otras personalidades. Tras
recorrer sus instalaciones, la comitiva se trasladó al Grupo escolar Amador de
los Ríos, donde fueron recibidos con grandes ovaciones y aclamaciones a la
República. En el Grupo Marcelo Usera fueron recibidos a los acordes de un
himno, interpretado por una rondalla de bandurrias y guitarras. En el Tirso de
Molina se reprodujeron las ovaciones, recorriendo sus clases: en una de las
galerías un grupo de niños entonó “La Internacional”. En el Grupo Joaquín
Dicenta, recibieron a la comitiva los hijos del dramaturgo y numerosos vecinos
que se habían vestido de fiesta y engalanado sus balcones para la ocasión; a
las puertas del grupo, una rondalla y la banda de la Paloma dieron un
concierto, ejecutando, entre otras obras, “La Marsellesa”. En el Joaquín
Sorolla les esperaba una enorme multitud, sobre todo mujeres; cuando recorría
las clases un grupo de madres de alumnos se dirigió al presidente de la
República, exclamando: “Sólo la República ha dado escuelas a nuestros hijos;
por eso la defenderemos siempre”. A las doce y media la comitiva llegó al Grupo
escolar Giner de los Ríos, situado en la Dehesa de la Villa, muy cerca de donde
vivía Largo Caballero. Una inmensa muchedumbre les esperaba, vitoreándoles a la
entrada. En una de las clases se había situado un estrado, tomando asiento en
el centro Alcalá Zamora, con Besteiro, Giral, Largo Caballero y Pedro Rico a su
derecha, y Manuel Azaña y Fernando de los Ríos a su izquierda. Se encontraban
presentes numerosos profesores, entre ellos la directora del Grupo escolar,
señora Sánchez Arbós.[4]Terminado el acto oficial con breves y
emocionadas palabras en las que se glosó el compromiso de la República con la
infancia, el presidente y quienes le acompañaban fueron vitoreados de nuevo,
así como el partido socialista y la UGT. A los niños de las escuelas
inauguradas se les regaló unas cajitas de bombones y caramelos, con los colores
de la bandera nacional y una viñeta: “Segundo aniversario de la República
española. Obsequio del Gobierno y del Ayuntamiento a los niños de las escuelas
nacionales”.[5]
Según nota hecha pública por el
Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, el Grupo escolar Giner de los
Ríos, instalado en la calle Francos Rodríguez c/v Pirineos, contaba con 12
secciones, seis de niños y 6 de niñas, con capacidad para 600 escolares. La
superficie del solar era de 5.452 metros cuadrados, y la del campo de juego,
incluidas las terrazas, de 4.108,15 metros cuadrados. Contaba con 17 duchas
individuales y una colectiva con capacidad para 50 plazas. Disponía asimismo el
centro de una piscina, con salas de vestuario.[6] Tenía además un comedor para 50 niños y una
instalación completa para la inspección médico escolar. Las obras, bajo la
dirección de Antonio Flóres Urdapilleta, dieron comienzo el 1 de diciembre de
1931, con un coste total de 890.491,56 pesetas. El edificio sufrió unas
agresivas ampliaciones en los años setenta y otra posterior de 1984, mucho más
armónica y respetuosa, para hacer un comedor sobre lo que fue piscina al aire
libre.[7]
Una vez construido, su directora,
María Sánchez Arbós, una maestra aragonesa ligada al Instituto-Escuela, se
enfrentó al reto de poner en marcha un gran Grupo escolar: el problema que
representaba que el profesorado fuera interino, la falta de autonomía en la
organización y funcionamiento del centro, la falta de previsión, los meses que
se perdían en la aplicación de soluciones provisionales, etc. Convencida de que
la escuela daría sus mejores resultados cuando además de ser de los niños fuera
de los padres, les animó para que constituyeran una asociación de padres que
colaborase en la escuela y ayudase a resolver los muchos problemas que el Grupo
Escolar planteaba. “María Sánchez Arbós sostenía que era preciso crear una
escuela nueva, alegre y risueña donde los niños disfrutasen, donde tuvieran más
comodidades que en su casa, y donde hubiera maestros satisfechos de serlo,
amigos de los niños, fervientes amadores de la escuela”. El 8 de noviembre de
1936 cayó una bomba en uno de los torreones de la escuela. Niños y maestros
abandonaron el edificio que fue ocupado por la columna Durruti, llegada de
Aragón para defender Madrid. Para tranquilizarla le ofrecieron un salvoconducto
que le permitiría visitar la escuela cuando ella quisiera. Cuando regresó a las
pocas semanas comprobó que el oficial no había podido cumplir su palabra y
entonces, ante la contemplación de la escuela, María Sánchez Arbós describe con
precisión el fin de la utopía: “Yo me llevo ahora mi diario, el retrato de don
Francisco, y las llaves de la escuela. ¡Triste recuerdo totalmente ilusorio
porque las puertas han desaparecido! ¡Con qué desesperación abandono estas
ruinas!”.[8]
[1] El Socialista, 14 de abril de
1933
[2] Antecedente más directo de la escuela
primaria actual, la escuela graduada suponía la transformación de los espacios
escolares, pues implicaba la construcción de edificios con diversas aulas en
las que los niños pudieran agruparse según edades y niveles de conocimiento,
con varios maestros y un Director, con patios de recreo y salas para comedor,
biblioteca, trabajos manuales, gimnasio y todo tipo de actividades culturales y
educativas
[3] POZO, María del Mar del: Desde las
escuelas para pobres hasta la ciudad educadora: la enseñanza primaria pública
en Madrid (1850-1939)”. En PINTO CRESPO, Virgilio, dir.: Madrid. Atlas
histórico de la ciudad. 1850-1939. Barcelona, Lunwers Editores-Fundación
Caja de Madrid, 2001, pp. 326-341.
pp. 334-335
[4]
El Socialista, 15 de abril de 1933
[5] El Sol, 14 de abril de 1933.
[6] La Libertad, 14 de abril de
1933.
[7] BERLINCHES, Amparo, dir.: Arquitectura
de Madrid. Madrid, Fundación COAM, 2003.
[8] JUAN BORROY, Víctor M.: “María
Sánchez Arbós. Una maestra aragonesa en la edad de oro de la pedagogía”. En
Rolde. Revista de Cultura Aragonesa, Nº 89, octubre-noviembre 1999, pp.
12-21
No hay comentarios:
Publicar un comentario