sábado, 8 de mayo de 2021

Alberto de Frutos y Luisa González ganadores del Premio "Almenara" de poesís






Licenciado en Periodismo por la UCM, ha seguido el primer curso de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en esta Universidad. Director de la revista Turismo Rural, ha sido quince años redactor jefe de la revista Historia de España y el Mundo, colaborando como crítico literario con la agencia cultural Aceprensa. Hasta la fecha, ha publicado el libro de poemas «Selva de noviembre» (UCM, 2002), las novelas cortas «El beso de la señora Darling» (Hontanar, 2007) y «Elisa o el laberinto de los inocentes» (Verbum, 2017), los libros de relatos «Utopías. Crónicas de un futuro incierto» (Cydonia, 2009), «La soledad dejó de ser perfecta» (Talentura, 2010), «Familias estructuradas» (Paréntesis, 2013) y «Tiempos y costumbres» (Autores Premiados, 2014), y los ensayos «Breve historia de la literatura española» (Nowtilus, 2016), «Historia a pie de calle» (Larousse, 2016), «La Segunda República española en 50 lugares» (Cydonia, 2019) y «30 paisajes de la Guerra Civil» (Larousse, 2020). Próximamente, verá la luz mi nuevo libro de relatos, «Verdes hojas ovaladas»

 WORDS, WORDS, WORDS

 Alberto de Frutos Dávalos


La noche arde en el veneno,
Y el sabor a calle se va pegando a la lengua,
Bajo las velas tu mano ensucia sombras en un papel de nieve,
Y su llama está contigo,
Y ella no,
Pero, si bebes, no es para olvidar los saxos de Nueva Orleans.

La niebla es el insomnio de los días,
Y esa locura de viajar a Escocia en el silencio,
Como si sus ojos dejaran trazos sobre el temblor negro de la luna,
Y los cinco dedos de tu mano sostuvieran el ardor de las estrellas.

Te vas haciendo de aguafuerte,
Y ningún piano te retiene,
Mientras se consume la memoria,
Tú la sientes repetida
En el blues nocturno de los bares.

Lo mejor de esta vida es lo que te has imaginado,
Como el pájaro más rápido aquel que ya no vuela.
En las torres nacen arquitectos de escalera,
Asomados al balcón como voces vencidas en desagüe.

El humo que en el aire queda no eres ni siquiera tú.

Cuando todo se ha consumido,
Y los hielos son los restos de unos labios,
Cuando se van poblando los recuerdos de heridas,
Hasta que no distingues las llagas de los libros o la vida,
Los cuerpos se tachan como alientos de espejo,
Y no eres más que el viento de los otros,

Esa estatua de portal que anhela el tiempo de un museo.

Vamos desapareciendo
A golpe de tormenta o sombra,
Por rendijas invisibles;
Ni apuras hasta el fin la copa,
Ni dejas acabarse la canción,
Ni extingues un amor que no te habla,
Para seguir creando sueños en palabras.

Tu vida es la belleza torpe de las hojas,
Ese anonimato de jardines en la lluvia
Que se esconden de los soles,
Mareados por el calor lejano de las rocas,
Que se afiebran,
Que se muerden,
Que se enclaustran,
Para gozar la ilusión de un destino diferente,
Y salir del compás como la mina rota,
Y elegir en folio en blanco,
Los ojos que se cierran una tarde,
Cuando el amor es nave naufragada por el tiempo,
Y huyen los cobardes que se suicidaron,
Y quedan los cuerpos de unos padres
Que sencillamente numeraron sus recuerdos,
Porque la felicidad es la suma de momentos
O la resta de las noches en los dígitos del sueño.

Que no te hable quien te fue,
Que pese más el lamento de un mendigo,
Que se olvide el perdón para el ajusticiado.

Yo no sé nada,
Salvo que, quizá, dormir sea el único remedio, 

El fin de una encrucijada de hierbas
Que brotó en la siembra misma del asco,
Entre furia de alcoholes en silencio,
Que te van abandonando en la parada,
Entre monstruos que son tú cuando atrapas la poesía,
Maldito coleccionista de aire,
Incapaz de saber que el réquiem que tú escribes
Nunca tuvo un nombre femenino.



Nacida en Madrid en 1967. Trabajadora de diferentes oficios. Amante de la lectura y de los bosques. Escribiendo poemas desde hace tiempo.

 TIERRA

Luisa González Mora


SEMILLA

Antes del tiempo y el espacio, mucho antes del amanecer de las estrellas

Estaba la semilla, el primer útero de todas las formas posibles.

La materia del origen, las densas estructuras habitadas y habitables

Los talentos futuros, el inmenso poder de dar a luz

El amor de un sueño, tu rostro y el mío, las grandes cordilleras, la serpiente enredada

Arrastrándose en las raíces del suelo, escuchando las señales de las aguas turbulentas de la tierra profunda y todos los nombres del universo.

La primera cueva diminuta, que albergaba el silencio y la oscuridad, la vida y la muerte.

Allí, engendraste la confianza en el sol y en el rocío de la mañana

Convertidos en tu iniciación.

Y todo se llenó del poder de las palabras que dan la vida.

 

EN LA LUMBRE

En la lumbre, he conocido tus manos arrugadas

Allí donde todos los días, los garbanzos bailaban a fuego lento

Barro de mi barro en la lumbre y tus manos con las mías

De un plato todos comían. Olía a tomillo y romero

Jaras de la sierra, eran los inciensos

Ahora te llamo para viajar de nuevo, regodearme en tus olores, tu pelo blanco y tus mandiles.

Mujer de negro siempre. Mujer trabajando la labranza, las ropas, los muchos hijos y tu generosidad infinita.

Sí abuela, eres la encina milenaria. Sin preguntar, en silencio, sobreviviendo.

Tu casa. Tu corral. Tu patio empedrado y tus muchas plantas.

Aquel pozo, del cocedero, donde hacías pan y garbanzos.

Aquel estropajo y la tierra, con la que arrastrabas la grasa de los trébedes.

Tu adorno, sin soberbia, protagonista de nada.

Y la lumbre, me ha visitado en tus sueños.

Quiero saber tu historia.

 

CASA

Echo de menos, caminar por nuestra casa. Echo de menos tus luminarias y tu salvaje vida.

En un cuenco con migas de pan, quiero que no te mueras

Que en algún lugar hayas conseguido poner tus huevos y reproducir el milagro.

Te espero en mi ventana. Tu canto sería, la esperanza, un arca de Noé para salvarnos, si es que lo merecemos.

La memoria de árbol, tus anillos de historias. El susurro con otros árboles y sus mensajes

Todos los árboles.

Esos que generosamente extienden sus ramas, acogiendo las mil y una formas de vida.

Esos que limpian el aire.

Quiero caminar por la nieve blanca y ver a Cernunos, su cornamenta, su reino y su próxima pasión con la Diosa, en la prometida cita de la rueda del tiempo.

Mientras te vamos destruyendo.

Necesitamos volver a la tierra, aunque sea muertos.

La herradura de mi madre, la lumbre de mi abuela,

el trigo engordado y el recién nacido en mi pecho.

Que se abran las montañas, que tu parto se oiga en todo el valle.

Es la tierra, nuestra casa, quiero caminar con ella y respetarla


FLORES PARA LARA.

Te he visto una vez, apenas te conozco.

tan solo una foto, donde mirabas a cámara, sonriente, confiada, rodeada de aparatos.

A mi me basta.

Me basta, porque los ojos de María, miraban a través de ti y ella hacía de espejo, para poder mirarte y quererte a miles de kilómetros

Querida hermana, quisiera contarte que tus flores están con nosotras.

Que eres un remolino de cosas buenas en el que nos metemos y bailamos contigo.

Desmentimos a la muerte, en su soberbia.

Mis antepasadas, me dicen que la muerte no existe, solo la transformación.

Por lo tanto, te digo sin riesgo a equivocarme, que en tu viaje, viajamos contigo,

que el viento nos trae tu risa, tus sueños y todos tus afectos,

Con los que nosotras también nos transformamos.

No temas Lara. He visto el sol del mediodía, en toda su fuerza

He visto los campos sembrados donde las varas del futuro pan, son la esperanza y la certeza de tu existencia.

Todo el Universo habla de ti.

Tus flores son las nuestras también.

Perfuman la vida, que a veces parece que se escapa,

Nos dan los colores para vivir en ti y en tu memoria.


LA LUNA EN TUS MANOS

La luna en tus manos

Significa ir a algún lugar y mostrar el poder

De las risas anchas y generosas.

En mis manos la luna

Contraviene las luces deslumbrantes

Se cuela por los sutiles espacios de Hécate, la bruja.

La mujer en luna llena

Es la madre en plenitud

Que viene de la doncella

Y camina hacia la anciana.

Todas nosotras en luna llena

Viajamos en el tiempo.

 

AWEN

De repente el aire

Viajando en el viento,

Rozando las miradas

Meciendo las manos

Que amasan el pan de las espigas

 

TODAS

Busqué a la sabia y a la necia.

Me encontré con brujas y reinas.

Allí estaban la puta y la virgen.

Fértiles y estériles,

Madres y amantes

Salieron al paso.

En todas ellas vivía yo.


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