miércoles, 15 de septiembre de 2021

Salvemos la morera de la calle Alberdi.

A la atención del Alcalde de Madrid:
Salvemos la Morera de Tetuán




El gusano sano

Era un gusano
muy sano
-nunca tosía-
Era un gusano
muy sano
-sólo tejía-
Sano y enano
el gusanito era
-sólo comía
hojas de morera-
El gusanito
no quería ser lo que era,
lloraba y lloraba
lágrimas de seda.

Se escondió en su capullo
para que nadie lo viera
-llorar-.
El gusanito
no quería ser gusano,
quería ser otra cosa.

Su deseo fue realizado,
se convirtió en mariposa.

-¡Seré mariposa blanca
porque al revolotear
quiero ser y parecer
palomita de la paz!

(Cuando se desea mucho una cosa,
se consigue la cosa, hermosa.)




ROVEQUE

Entre las hojas las moras, los pájaros... Yo, bajo la morera. Los pájaros vuelan, a la vez, la sangre de mora resbala por mi muñeca.

PASABA POR AQUÍ

 Aquí,
bajo la sombra acogedora de tus brazos
un millón de sueños te protegen.
!Tanto les diste a quienes hoy te cuidan!
Aves de futuro colmaron tus ramas y, tus hojas,
generosas y tiernas, alimentaron la curiosidad de niños y vecinas
Plántales cara! Sus máquinas arrancarán tu corazón, destrozarán el nuestro si, dudando, dejamos de sentirte tan profundo como nuestra propia memoria

POEMA AL ÁRBOL...
Autor anónimo

Transformando las brisas en rumores,
el árbol es adorno del paraje,
que acuna, entre la red de su follaje,
los nidos de los pájaros cantores.

El ambiente perfuma entre sus flores
y entreteje sus hojas como encaje,
para que de la urdimbre del ramaje,
se prodiguen los frutos tentadores.

Lleva en sí, de la selva la presencia;
su sombra es el oasis del camino,
porque es de la verdad su pura esencia.
Y aunque el bárbaro acorte su existencia,
servir, aún sin vida, es su destino.

MENSAJE SIN RESPUESTA
José Antonio Román Monteagudo
(La Cala No Se Tala)

El pájaro fue de rama en rama, se posó un rato sobre
los cables de una torreta disfrutando del sol de mediodía y
pensando en sonetos sobre la impaciencia de inventar palabras como
ponderamiento, que no está registrada en el diccionario de la Academia
y cuando calculó que ya ocupaba su lugar en el despacho
como nadando, la golondrina albina maullaba de placer
y voló hasta el alfeizar de la ventana, y desde allí le dijo al alcalde
que gracias a la tala de árboles en tierras cercanas que había
ordenado algún poderoso hombre de aquellos lugares,
ahora era un pájaro libre sin hogar y sin familia.

Pero el pájaro cree que el alcalde no se enteró de mucho, pues
siguió leyendo documentos sobre asuntos verdaderamente importantes

(Modisto)

SEÑOR ALCALDE
Juan De Dios Labrador
(La Cala No Se Tala)

Señor alcalde, excelencia,
ilustrísimo Salado:
Las moreras que ha talado
están gritando su ausencia.
Sepa usted que la conciencia
colectiva de una tierra
donde la moral se entierra
está escuchando ese llanto.
Natura será su espanto
cuando le gane esa guerra.

NECESITO TOCAR UN ÁRBOL
Guadalupe Eichelbaum
(La Cala No Se Tala)

Necesito tocar un árbol
impregnarme de su aspereza
perderme en el verde de sus hojas
bifurcarme en sus ramas
ser yo árbol
vivo, fuerte, hermoso.
Breve momento
de fusión vegetal
no sé si soy más yo
cuando me percibo como humana
o cuando contacto
de ese modo profundo
visceral, verdadero
con mi alma de árbol.

MORERA
Javier López

Cuando sean los centros comerciales
algo así como tiendas de mi barrio
y compremos  el aire
y el tiempo de hojas verdes
en modernos mercados internautas.

¿Quién cuidará esta morera
que aún defiende sus ramas,
aferrada al alcorque
de mi agrietada calle del olvido?
¿Quién pintará su ausencia,
para indultar su tronco
de la tala?

LUGARES SAGRADOS
Javier López

Lugares sagrados en el mundo.
Haberlos, haylos. Piedras. megalitos,
bosques, templos, menhires,
montes sagrados. Me esfuerzo
en encontrarlos en los rincones
que quiebran las fachadas de
mis barrios indígenas, en las
esquinas que imploran a gritos
ser dobladas, aunque sepamos
que nada extraordinario puede
aguardarnos más allá del límite, en
el centro exacto de la plaza sucia y
abandonada, en la brizna de hierba
que brota en la grieta de la acera,
en las sábanas tendidas en los
balcones, en las paredes tapiadas
de la vieja taberna que albergaba las
tardes escurridizas del domingo.
Lugares sagrados. Haberlos, haylos.
A veces están ahí adentro. Muy
adentro en nuestra memoria.

SI NO TE GUSTAN LOS CAMINOS NO LOS TOMES
Javier López

Erase una vez un descampado con
vocación de parque suburbial. La
gran ciudad, creciendo a saltos, había
 respetado ese yermo edredón que
separaba las postreras manchas de
hormigón y asfalto del penúltimo
pueblo devorado por la bulimia urbana,
y erase también un viejo solitario que
aguardaba la hora decenar mirando
ensimismado la puesta de sol sobre
el paisaje marchito que, antes de 
ser descampado, fue trigal, tierra
de labor, pastizal para los rebaños,
erial que aguardaba una nueva
oportunidad para la siembra, hasta
que las voraces orugas mecánicas
devastaron una amplia franja de
hierbajos, arbustos, cardos, amapolas
y dejaron tras de sí la negra estela
de la autovía de circunvalación, que
puso fronteras al campo y selló su
destino temporal.

LA MURALLA SE ENCOGE
Javier López

La muralla se encoge,
retranqueada en sí misma, estrangula
la planicie dormida.
Se concentra en su angosto remanso,
recapitula sueños del pasado.
Entre las piedra yertas,
un olivo de tiempo, centenario
testigo de la ausencia,
notario de vientos y de pájaros,
espera que retornen de su sueño
los amantes perdidos en las calle.




 

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