Coordinadora "Salvemos la Dehesa de la Villa"
Trabajo sobre las primeras traídas de agua del Canal
de Isabel II a Madrid y justificación de la petición para la declaración de Bien
de Interés Cultural (BIC) de las
construcciones del canal de Isabel II en el parque Rodríguez Sahagún y en la
avenida Pablo Iglesias.
PARTE 1
La
Coordinadora "Salvemos la Dehesa de la Villa" ha presentado ante la Dirección
General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, el pasado día 27 de
febrero, la petición de declaración BIC para las construcciones del Canal de
Isabel II en el parque Rodríguez Sahagún
-pertenecientes a las primeras traídas de agua a Madrid, en base a las siguientes consideraciones:
1. PRÓLOGO
El Canal de
Isabel II no es solo una de las mayores
obras de ingeniería realizadas nunca en nuestro país, equiparable al Canal de
Castilla o al paso ferroviario por el Puerto de Pajares, si no que en su género fue una de las más
importantes del mundo.
De la
complejidad tecnológica que abarcaba, con un sin fin de embalses, canales,
túneles, acueductos, almenaras y
sifones, da idea el hecho de que una de
sus presas (la del Villar) sirviera de modelo para la construcción del
nuevo suministro de agua a la ciudad de Nueva York a finales del siglo XIX.
Iniciadas las obras en 1851
finalizarían en 1858. En la actualidad,
de estas primeras traídas del agua del río Lozoya a Madrid, pueden observarse en nuestra zona las
construcciones, aún en activo, del Canal Bajo a su paso por el parque Rodríguez
Sahagún camino del primer depósito en la calle Bravo Murillo. Ésta es la razón de nuestra propuesta de declaración de Bien de
Interés Cultural para todas estas construcciones.
2. LOS ORÍGENES
El suministro
de agua a Madrid se había venido haciendo, desde su fundación por los árabes en
el año 856, por medio de los llamados “viajes de agua” o mayras. Consistían en unas
técnicas traídas de oriente para capturar las aguas subterráneas, tan abundantes en Madrid por aquellas épocas.
Estas técnicas
de suministro de agua se fueron extendiendo en el Madrid cristiano a medida que
la expansión de la ciudad lo fue requiriendo,
sobre todo a partir del siglo
XVII con el asentamiento de la capitalidad en Madrid, lo que provocó su rápido crecimiento.
El aumento de
la demanda del agua y los problemas de carestía durante el siglo XVIII se
disparan por causa del incremento de la población, del cambio de las costumbres
higiénicas de los madrileños y de las
limitaciones que comenzaban a mostrar los viajes de agua. Las nuevas ideas sobre la higiene y limpieza de las ciudades hicieron que
existiera una mayor demanda, independiente del crecimiento de población. Hay que recordar que la ciudad no mostraba un
aspecto muy higiénico durante los siglos precedentes, de lo que daban cuenta los viajeros que
documentaban su estancia en la capital.
Los grandes
viajes de agua como el del Alto
Abroñigal, construido en 1614, el Bajo Abroñigal en 1617, el Viaje de la Castellana construido en el
periodo de 1614 al 1621 y el Viaje de Amaniel, empezaban a mostrar una oferta deficiente. Aunque había otros viajes de menor tamaño
como eran el viaje de Alto y el Bajo Retiro, el de la Fuente de la Salud, el
del Conde de Salinas, el de Retamar, el de San Dámaso o el de la Fuente de la
Reina, los accidentes en el suministro
se multiplicaban, como el desplome de algunas galerías con los
consiguientes problemas o las filtraciones habituales de los pozos ciegos.
3. LOS PROYECTOS INICIALES
Los problemas
de abastecimiento de agua a lo largo del siglo XVIII fueron continuos y se
intentó afrontarlos con varias posibles soluciones. Por un lado existieron
proyectos que procuraban aumentar el caudal del río Manzanares de forma
artificial, como el del Canal del
Guadarrama, diseñado en 1785 por el ingeniero de origen francés Carlos
Lemaur. Su trazado se detalla en el
documento Relación del proyecto de un
canal navegable desde el río Guadarrama al
Océano, y una vez empezado fue desestimado por lo
costosa que resultaba su ejecución.
Pronto se
comienza a pensar en la posibilidad de 'mover'
el cauce de ríos cercanos a la capital con objeto de ofrecer
abastecimiento desde ellos. Los
principales ríos candidatos fueron el Guadalix,
que pasando por la villa de Guadalix
desemboca en el río Jarama, y el
río Lozoya que nace en el puerto de Peñalara.
Otros
proyectos fueron los de Andrés Martí, que pretendía construir un canal
de dos kilómetros de longitud desde una
presa en el Jarama hasta el Manzanares,
el de Vicente Alonso Torralba,
que presentaba un plan similar
con ciertas modificaciones, y el de
Jorge de Sicre y Béjar que mencionaba ya el uso de los ríos Lozoya,
Jarama y Guadalix. Cabe
igualmente destacar los planes del
ingeniero francés José Coqueret que por
el 1822 optaba tan sólo por las aguas del río Lozoya.
Durante la
primera mitad del siglo XIX Madrid tenía
una población de unos 220.000 habitantes,
disponiendo de un sistema de
abastecimiento de agua que seguía basado en el
aprovechamiento de las aguas subterráneas, captadas mediante perforaciones que drenaban
los macizos rocosos. Estas aguas eran
posteriormente canalizadas hacia depósitos emplazados en la ciudad mediante
galerías subterráneas, conocidas como ya se ha expuesto como viajes del agua, algunos
de los cuales llegaron a alcanzar longitudes superiores a los 14 kilómetros.
Desde los depósitos el agua se
distribuía a más de 500 fuentes particulares (palacios, conventos y casas
señoriales que lo pagaban) y a 77
fuentes públicas que daban servicio gratuito al que se acercaba y a más de 950
aguadores que lo distribuían al resto de la población.
No obstante, el sistema era incapaz de asegurar el
abastecimiento necesario en situaciones de sequía y, mucho menos, de
posibilitar las expectativas de crecimiento y desarrollo de la ciudad, con el
consiguiente incremento de la demanda de agua urbana e industrial. A ello se unía el estado de abandono y
hundimientos en que se encontraban muchas de las conducciones subterráneas de
agua.
Por
todo ello Fernando VII ordena al
Ayuntamiento, en el año 1829, que
estudie una solución a las conducciones del agua potable a la ciudad. Finalmente se encarga ese mismo año a Francisco Javier Barra el estudio de un
proyecto que años más tarde se
desestimará por costoso. En 1844 el
Ministerio de la Gobernación aprueba otro proyecto de Pedro Cortijo (que se
fundamentaba en los anteriores de Coqueret y Barra). Este último proyecto tampoco se iniciará por los elevados costes que
acarreaba.
PARTE 2
4. EL CANAL DE ISABEL II
Ante
la secuencia de fracasos del Ayuntamiento de Madrid en los diversos estudios
acerca del abastecimiento de agua, Bavo
Murillo (por entonces Ministro de
Instrucción, Comercio y Obras Públicas)
encarga en 1848 un nuevo estudio de viabilidad a una Comisión formada
por los ingenieros Juan Rafo y Juan de Ribera, quienes en diciembre de ese año
presentan su informe, conocido como
Memoria sobre la conducción de aguas a Madrid, en el que se propone una solución que
desestima el empleo de los cauces del Jarama y del Guadalix para aprovechar
exclusivamente el cauce más lejano del río Lozoya, disponiendo
una presa en el río Lozoya, en el
lugar conocido como Pontón de la Oliva,
y una conducción de unos 70 km que uniría el embalse con los altos de
Chamberí donde se construiría un depósito con
capacidad suficiente para garantizar el consumo de la población durante
cinco días.
La fallida pretensión de financiar las obras con fondos privados y la
salida del Gobierno de Bravo Murillo -principal impulsor de las mismas- fueron
las causas relevantes de que la ejecución del proyecto se retrasara dos años.
Hubo que esperar al regreso de Bravo Murillo a la Jefatura del Gobierno -enero de 1851- para que el proyecto se relanzara. El 18 de
Junio de ese mismo año, la Reina Isabel II firmó el correspondiente Real
Decreto para la ejecución de las obras para el abastecimiento a Madrid y que
supuso, de hecho, la creación del Canal de Isabel II.
Trabajaron
durante siete años alrededor de 2.000 trabajadores, de ellos unos 1.500
presos -en su mayoría carlistas, con 400 bestias de carga, picando y excavando el primer tramo de 77
kilómetros de gran complejidad, recordado como uno de los más accidentados, para que por primera vez el agua del río
Lozoya llegara al depósito de la calle Bravo Murillo.
Al
comienzo del proyecto la experiencia en la realización de grandes obras
públicas era realmente escasa. La falta
de mano de obra especializada era una tónica habitual, y se decidió realizar las obras más costosas
con presidiarios, que eran vigilados por
soldados. Fueron muchas las dificultades existentes, aparte de las de orden técnico, debido a
diversos factores como la difícil
comunicación entre los distintos frentes de obra (a caballo se tardaban a veces
cinco horas) o la dificultad para
transportar los materiales.
Finalmente
el Canal de Isabel II se inauguró de forma oficial el 24 de junio de 1858, con
la presencia de la soberana, entrando en funcionamiento la primera fuente con
surtidor en la calle Ancha de San Bernardo, frente a la Iglesia de Montserrat.
Las obras del
Canal de Isabel II dejaron jalonados sus 77 kilómetros de recorrido con
una multitud de obras singulares de gran
notoriedad: presas, acueductos,
almenaras, sifones, canales,
túneles... Afortunadamente la
mayoría están documentadas por el fotógrafo inglés Charles Clifford hacia 1858:
Las
obras del Pontón de la Oliva
Puente
acueducto de la Parrilla
Almenara
de Cantoblanco
Acueducto de la Sima
PARTE 3
5. LOS
ACUEDUCTOS DEL PARQUE RODRÍGUEZ SAHAGÚN
La entrada del agua en Madrid se hizo principalmente por túneles y canales excepto en la zona llamada del valle de Valdezarza o Huerta del Obispo, donde posteriormente se ha construido el parque Rodríguez Sahagún. Era éste un valle por donde corrían los arroyos de la Huerta del Obispo y el de los Pinos, y para salvarlo requirió una serie de acueductos y canales bordeando lo que sería el Paseo de la Dirección, construido sobre el antiguo camino de servicio del canal.
Este conjunto de acueductos, canales, túneles, almenaras... constituyen una obra singular, con una gran unidad que emana no solo de su funcionalidad y de su técnica constructiva, sino también de su relación con el entorno, aparte del hecho de que estén todavía en uso. Por aquellos tiempos este punto estaba situado prácticamente a las afueras de Madrid, pero en la actualidad queda casi en el centro de la ciudad, con una disposición privilegiada de mirador-frontera entre el barrio de Tetuán y la sierra madrileña. Por otro lado son los únicos elementos de esta magna obra, en lo referente al transporte del agua, que están visibles dentro del recinto urbano.
5.1.- El recorrido
La entrada del agua en Madrid se hizo principalmente por túneles y canales excepto en la zona llamada del valle de Valdezarza o Huerta del Obispo, donde posteriormente se ha construido el parque Rodríguez Sahagún. Era éste un valle por donde corrían los arroyos de la Huerta del Obispo y el de los Pinos, y para salvarlo requirió una serie de acueductos y canales bordeando lo que sería el Paseo de la Dirección, construido sobre el antiguo camino de servicio del canal.
Este conjunto de acueductos, canales, túneles, almenaras... constituyen una obra singular, con una gran unidad que emana no solo de su funcionalidad y de su técnica constructiva, sino también de su relación con el entorno, aparte del hecho de que estén todavía en uso. Por aquellos tiempos este punto estaba situado prácticamente a las afueras de Madrid, pero en la actualidad queda casi en el centro de la ciudad, con una disposición privilegiada de mirador-frontera entre el barrio de Tetuán y la sierra madrileña. Por otro lado son los únicos elementos de esta magna obra, en lo referente al transporte del agua, que están visibles dentro del recinto urbano.
5.1.- El recorrido
Plano
de situación del recorrido del canal y de los acueductos por el parque
Rodríguez Sahagún
Bordeando
el Paseo de la Dirección, en el límite del Parque Rodríguez Sahagún, se
encuentran los restos de cuatro acueductos,
tres canales y una almenara de esta magna obra, fuertemente maltratados por las obras del PAO
del Paseo de la Dirección.
5.2.- De norte a sur, siguiendo la mina de los Pinos (de 359 m),
nos encontramos en primer lugar con el acueducto
de los Pinos probablemente el mejor
conservado.
Acueducto de los Pinos
Este bello acueducto de cinco
ojos no ha sido afectado por el PAO y fue bastante bien tratado en el diseño
del parque Rodríguez Sahagún.
5.3.- Continuando el canal
se llega a un segundo acueducto, el acueducto de la Traviesa en línea visual con el anterior.
Acueducto de la Traviesa
Este acueducto, de tres
ojos, ha quedado en gran parte
desfigurado por las obras del PAO que le
ha dejado completamente encajonado.
5.4.- Continuando
se llega a otra zona con el canal visible, en el núcleo central de las obras
del PAO.
5.5.- Cerca del
cruce con Capitán Blanco Argibay se localiza otro tramo visible del canal (Canal 2).
5.6.- Pasada la calle Capitán Blanco Argibay se
localiza un tercer acueducto, el de Valdeacederas, un hermoso acueducto de cinco ojos
completamente encajonado por las obras del PAO del Paseo de la Dirección.
Acueducto
de Valdeacederas
Almenara
del Obispo (1858)
El encajonamiento al que se ha sometido
este excelente acueducto le ha
convertido en residencia de indigentes y basurero.
5.7.- Algo más
adelante se encuentran los restos de la almenara del Obispo.
Es una construcción con
vertedero, de la que solo quedan visibles
los restos de la canalización del vertedero en terraplén.
5.8.- Cerca se
localiza el cuarto acueducto, el de los Barrancos, muy afectado por las obras del túnel de la
calle Marqués de Viana en las que le han
quitado dos ojos, de los cuatro que
tenía, y con ello toda la esbeltez y
perspectiva.
Acueducto de los
Barrancos
5.9.- Por
último, antes de acometer la calle
Ofelia Nieto, encontramos lo que parece
otro tramo de canal en muy buen estado (Canal 3).
Pero en
realidad son los restos del acueducto de
la Huerta del Obispo, con siete arcos que hoy día quedan enterrados, siendo
visible solo la parte alta del acueducto. Todos estos puentes-acueductos
salvaban barrancos y cauces de arroyos que la moderna urbanización de la ciudad
ha hecho desaparecer.
PARTE 4
6.- ACUEDUCTO DE AMANIEL
El canal, después de un giro, enfila hacia la
actual calle Ofelia Nieto, por donde se construyó la mina del Obispo (de 484
m), y a continuación gira hacia donde se
ha construido la calle Pablo Iglesias, siguiendo su trazado. El canal camina
bajo ella, pasando por la mina Bordador (de 158 m), para
llegar al acueducto de Amaniel.
Acueducto
de Amaniel (1856)
Acueducto de
Amaniel (2013)
El acueducto de Amaniel de 120 metros de largo, construido en ladrillo
con 17 arcos de medio punto, es la última estructura visible de este
trazado ya que de nuevo se introduce en la mina de
Amaniel (de 86 m) y pasada ésta continúa recto unos cientos de metros,
aunque oculto, para proseguir a través
del denominado acueducto de la Villa (ya desaparecido) hasta el depósito primitivo, o primer
depósito, construido en la actual calle
de Bravo Murillo.
7.- PROTECCIÓN PEDIDA
7.- PROTECCIÓN PEDIDA
Esta
singular obra de ingeniería forma parte del Canal Bajo, que pertenece a los restos que aún permanecen
en servicio de las primeras obras de la traída de aguas a Madrid por el Canal
de Isabel II.
Como
obra singular del siglo XIX (ya se ha expuesto en el Prólogo su
importancia) sus elementos (de alrededor del año 1858) están dentro del Inventario de Bienes de
Interés Cultural de la Comunidad de Madrid,
pero entendemos que es un nivel de protección demasiado bajo, como ha quedado demostrado con las obras del
PAO del Paseo de la Dirección, donde se ha tratado a estos elementos de una
forma lamentable y sin ninguna consideración.
Hay
una serie de características que hacen que esta obra merezca un tratamiento
especial:
1. Los
distintos elementos continúan dando el servicio para el que fueron diseñados.
2. En
un tramo de alrededor de dos kilómetros de recorrido nos encontramos, dentro de la ciudad, con todos los elementos
necesarios para el transporte del agua potable: canales, túneles, acueductos,
almenaras...
3. Constituyen
el único punto dentro de la ciudad donde es posible admirar este tipo de
construcción.
4. Aunque
remozados por dentro con nuevos materiales,
la estructura externa sigue siendo en su mayoría la originaria, en gran parte ladrillo -a veces revocado, manteniendo todos ellos una gran unidad
arquitectónica.
Por todo ello, la Coordinadora Salvemos la Dehesa de la Villa
ha propuesto a la Dirección General de Patrimonio de la
Comunidad de Madrid que inicie el procedimiento de incoación de expediente para
la catalogación de todos estos elementos como de Bienes de Interés
Cultural, el grado máximo posible de
protección en la Comunidad de Madrid.
Todo ello con independencia de que una obra tan importante como la que
hemos descrito a lo largo de estos artículos debe seguir siendo propiedad exclusiva de todos los madrileños, como así deseó la reina Isabel II en su
momento, sin ningún tipo de propiedad
privada compartida.
¡Gracias y suerte con la propuesta!
ResponderEliminarGracias por la información. He descubierto este canal montando en bici ya que el camino Sotillo lo cruza cerca de la M-40. Como siempre una auténtica pena el estado en el que está, y me vas a perdonar, pero poco pueden hacer las autoridades, cuando los ciudadanos (algunos, claro) no saben respetar ni valorar nuestro patrimonio. Se me parte el alma viéndolo lleno de pintadas.
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