viernes, 29 de marzo de 2013

Canal Bajo de Isabel II. Petición BIC

Coordinadora "Salvemos la Dehesa de la Villa"

Trabajo sobre las primeras traídas de agua del Canal de Isabel II a Madrid y justificación de la petición para la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de las construcciones del canal de Isabel II en el parque Rodríguez Sahagún y en la avenida Pablo Iglesias.
 
PARTE 1
La Coordinadora "Salvemos la Dehesa de la Villa" ha presentado ante la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, el pasado día 27 de febrero, la petición de declaración BIC para las construcciones del Canal de Isabel II en el parque Rodríguez Sahagún  -pertenecientes a las primeras traídas de  agua a Madrid,   en base a las siguientes consideraciones:
 
1. PRÓLOGO
 
El Canal de Isabel II  no es solo una de las mayores obras de ingeniería realizadas nunca en nuestro país, equiparable al Canal de Castilla o al paso ferroviario por el Puerto de Pajares,  si no que en su género fue una de las más importantes del mundo.
 
De la complejidad tecnológica que abarcaba, con un sin fin de embalses, canales, túneles, acueductos,  almenaras y sifones,  da idea el hecho de que una de sus presas  (la del Villar)  sirviera de modelo para la construcción del nuevo suministro de agua a la ciudad de Nueva York a finales del siglo XIX.
 
Iniciadas las obras en 1851 finalizarían en 1858.  En la actualidad, de estas primeras traídas del agua del río Lozoya a Madrid,  pueden observarse en nuestra zona las construcciones, aún en activo, del Canal Bajo a su paso por el parque Rodríguez Sahagún camino del primer depósito en la calle Bravo Murillo.  Ésta es la razón de  nuestra propuesta de declaración de Bien de Interés Cultural para todas estas construcciones.
 
2. LOS ORÍGENES
 
El suministro de agua a Madrid se había venido haciendo, desde su fundación por los árabes en el año 856,  por medio de los llamados “viajes de agua” o mayras.  Consistían en unas técnicas traídas de oriente para capturar las aguas subterráneas,  tan abundantes en Madrid por aquellas épocas.
 
Estas técnicas de suministro de agua se fueron extendiendo en el Madrid cristiano a medida que la expansión de la ciudad lo fue requiriendo,  sobre todo  a partir del siglo XVII con el asentamiento de la capitalidad en Madrid,  lo que provocó  su rápido crecimiento.
 
El aumento de la demanda del agua y los problemas de carestía durante el siglo XVIII se disparan por causa del incremento de la población, del cambio de las costumbres higiénicas de los madrileños  y de las limitaciones que comenzaban a mostrar los viajes de agua.  Las nuevas ideas sobre la higiene  y limpieza de las ciudades hicieron que existiera una mayor demanda, independiente del crecimiento de población. Hay que recordar que la ciudad no mostraba un aspecto muy higiénico durante los siglos precedentes, de lo que daban cuenta los viajeros que documentaban su estancia en la capital.
 
Los grandes viajes de agua como  el del Alto Abroñigal, construido en 1614, el Bajo Abroñigal en 1617, el Viaje de la Castellana construido en el periodo de 1614 al 1621 y el Viaje de Amaniel, empezaban a mostrar una oferta deficiente. Aunque había otros viajes de menor tamaño como eran el viaje de Alto y el Bajo Retiro, el de la Fuente de la Salud, el del Conde de Salinas, el de Retamar, el de San Dámaso o el de la Fuente de la Reina,   los accidentes en el suministro se multiplicaban,  como el  desplome de algunas galerías con los consiguientes problemas o las filtraciones habituales de los pozos ciegos.
 
3. LOS PROYECTOS INICIALES
 
Los problemas de abastecimiento de agua a lo largo del siglo XVIII fueron continuos y se intentó afrontarlos con varias posibles soluciones. Por un lado existieron proyectos que procuraban aumentar el caudal del río Manzanares de forma artificial,  como el del Canal del Guadarrama,   diseñado en 1785  por el ingeniero de origen francés Carlos Lemaur.  Su trazado se detalla en el documento Relación del proyecto de un canal navegable desde el río Guadarrama al  Océano,  y  una vez empezado fue desestimado por lo costosa que resultaba su ejecución.
 
Pronto se comienza a pensar en la posibilidad de  'mover'  el cauce de ríos cercanos a la capital con objeto de ofrecer abastecimiento desde ellos. Los principales ríos candidatos fueron el Guadalix,  que pasando por la villa de Guadalix  desemboca en el río Jarama,  y el río Lozoya que nace en el puerto de Peñalara.
 
Otros proyectos fueron los de Andrés Martí, que pretendía construir un canal de dos kilómetros de longitud  desde una presa en el Jarama hasta el Manzanares,  el de Vicente Alonso Torralba,  que  presentaba un plan similar con ciertas modificaciones,  y el de Jorge de Sicre y Béjar que mencionaba ya el uso de los ríos  Lozoya,  Jarama y Guadalix.  Cabe igualmente  destacar los planes del ingeniero francés José Coqueret que  por el 1822 optaba tan sólo por las aguas del río Lozoya.
 
Durante la primera mitad del siglo XIX  Madrid tenía una población de unos 220.000 habitantes,  disponiendo  de un sistema de abastecimiento de agua que seguía basado en el  aprovechamiento de las aguas subterráneas, captadas mediante perforaciones que drenaban los macizos rocosos. Estas aguas eran posteriormente canalizadas hacia depósitos emplazados en la ciudad mediante galerías subterráneas, conocidas como ya se ha expuesto como viajes del agua, algunos de los cuales llegaron a alcanzar longitudes superiores a los 14 kilómetros.
 
Desde los depósitos el agua se distribuía a más de 500 fuentes particulares (palacios,  conventos y casas señoriales que lo pagaban) y a 77 fuentes públicas que daban servicio gratuito al que se acercaba y a más de 950 aguadores que lo distribuían al resto de la población.
 
No obstante, el sistema era incapaz de asegurar el abastecimiento necesario en situaciones de sequía y, mucho menos, de posibilitar las expectativas de crecimiento y desarrollo de la ciudad, con el consiguiente incremento de la demanda de agua urbana e industrial.  A ello se unía el estado de abandono y hundimientos en que se encontraban muchas de las conducciones subterráneas de agua.
 
Por todo ello  Fernando VII ordena al Ayuntamiento, en el año 1829, que estudie una solución a las conducciones del agua potable a la ciudad.  Finalmente se encarga  ese mismo año a  Francisco Javier Barra el estudio de un proyecto  que años más tarde se desestimará por costoso.  En 1844 el Ministerio de la Gobernación aprueba otro proyecto de Pedro Cortijo (que se fundamentaba en los anteriores de Coqueret y Barra). Este último proyecto tampoco  se iniciará por los elevados costes que acarreaba.
 
PARTE 2
4. EL CANAL DE ISABEL II
Ante la secuencia de fracasos del Ayuntamiento de Madrid en los diversos estudios acerca del abastecimiento de agua,  Bavo Murillo  (por entonces Ministro de Instrucción, Comercio y Obras Públicas)  encarga en 1848 un nuevo estudio de viabilidad a una Comisión formada por los ingenieros Juan Rafo y Juan de Ribera, quienes en diciembre de ese año presentan su informe, conocido como Memoria sobre la conducción de aguas a Madrid,  en el que se propone una solución que desestima el empleo de los cauces del Jarama y del Guadalix para aprovechar exclusivamente el cauce más lejano del río Lozoya,  disponiendo  una presa en el río Lozoya,  en el lugar conocido como Pontón de la Oliva,  y una conducción de unos 70 km que uniría el embalse con los altos de Chamberí donde se construiría un depósito con  capacidad suficiente para garantizar el consumo de la población durante cinco días.
 
La fallida pretensión de financiar las obras con fondos privados y la salida del Gobierno de Bravo Murillo -principal impulsor de las mismas- fueron las causas relevantes de que la ejecución del proyecto se retrasara dos años. Hubo que esperar al regreso de Bravo Murillo a la Jefatura del Gobierno  -enero de 1851-  para que el proyecto se relanzara. El 18 de Junio de ese mismo año, la Reina Isabel II firmó el correspondiente Real Decreto para la ejecución de las obras para el abastecimiento a Madrid y que supuso, de hecho, la creación del Canal de Isabel II.
 
Trabajaron durante siete años alrededor de 2.000 trabajadores, de ellos unos 1.500 presos  -en su mayoría carlistas,  con 400 bestias de carga,  picando y excavando el primer tramo de 77 kilómetros de gran complejidad, recordado como uno de los más accidentados,  para que por primera vez el agua del río Lozoya llegara al depósito de la calle Bravo Murillo.
 
Al comienzo del proyecto la experiencia en la realización de grandes obras públicas era realmente escasa.  La falta de mano de obra especializada era una tónica habitual,  y se decidió realizar las obras más costosas con presidiarios, que  eran vigilados por soldados. Fueron muchas las dificultades existentes,  aparte de las de orden técnico, debido a diversos factores como  la difícil comunicación entre los distintos frentes de obra (a caballo se tardaban a veces cinco horas)  o la dificultad para transportar los materiales.
 
Finalmente el Canal de Isabel II se inauguró de forma oficial el 24 de junio de 1858, con la presencia de la soberana, entrando en funcionamiento la primera fuente con surtidor en la calle Ancha de San Bernardo, frente a la Iglesia de Montserrat.

Las obras del Canal de Isabel II dejaron jalonados sus 77 kilómetros de recorrido con una  multitud de obras singulares de gran notoriedad: presas,  acueductos,  almenaras,  sifones,  canales,  túneles... Afortunadamente la mayoría están documentadas por el fotógrafo inglés Charles Clifford  hacia 1858:
 
Las obras del Pontón de la Oliva

Puente acueducto de la Parrilla
 
Almenara de Cantoblanco

Acueducto de la Sima

PARTE 3
5. LOS ACUEDUCTOS DEL PARQUE RODRÍGUEZ SAHAGÚN

La entrada del agua en Madrid se hizo principalmente por túneles y canales excepto en la zona llamada del valle de Valdezarza o Huerta del Obispo,  donde posteriormente se ha construido el parque Rodríguez Sahagún. Era éste un valle por donde corrían los arroyos de la Huerta del Obispo y el de los Pinos,  y  para salvarlo requirió una serie de acueductos y canales bordeando lo que sería el Paseo de la Dirección, construido sobre el antiguo camino de servicio del canal.

Este conjunto de acueductos, canales, túneles, almenaras... constituyen una obra singular,  con una gran unidad que emana no solo de su funcionalidad y de su técnica constructiva,  sino también de su relación con el entorno, aparte del hecho de que estén todavía en uso.  Por aquellos tiempos este punto estaba situado prácticamente a las afueras de Madrid,  pero en la actualidad queda casi en el centro de la ciudad, con una disposición privilegiada de mirador-frontera  entre el barrio de Tetuán y la sierra madrileña. Por otro lado son los únicos elementos de esta magna obra,  en lo referente al transporte del agua, que están visibles dentro del recinto urbano.

5.1.- El recorrido
 
Plano de situación del recorrido del canal y de los acueductos por el parque
Rodríguez Sahagún

Bordeando el Paseo de la Dirección, en el límite del Parque Rodríguez Sahagún, se encuentran los restos de cuatro acueductos,  tres canales y una almenara de esta magna obra,  fuertemente maltratados por las obras del PAO del Paseo de la Dirección.
5.2.- De  norte a sur, siguiendo la mina de los Pinos (de 359 m), nos encontramos en primer lugar con el acueducto de los Pinos probablemente el mejor conservado.
 

 
Acueducto de los Pinos

Este bello acueducto de cinco ojos no ha sido afectado por el PAO y fue bastante bien tratado en el diseño del parque Rodríguez Sahagún.
5.3.- Continuando el canal se llega a un segundo acueducto, el acueducto de la Traviesa   en línea visual con el anterior.
 
 
 
Acueducto de la Traviesa
 
Este acueducto,  de tres ojos,  ha quedado en gran parte desfigurado por las obras del PAO  que le ha dejado completamente encajonado.
 
 
5.4.- Continuando se llega a otra zona con el canal visible, en el núcleo central de las obras del PAO.
 
 
 
5.5.- Cerca del cruce con Capitán Blanco Argibay se localiza otro tramo visible del canal  (Canal 2).
 
 
 
5.6.- Pasada la calle Capitán Blanco Argibay se localiza un tercer acueducto, el de Valdeacederas,  un hermoso acueducto de cinco ojos completamente encajonado por las obras del PAO del Paseo de la Dirección.
 


 
 
 Acueducto de Valdeacederas

El encajonamiento al que se ha sometido este excelente acueducto  le ha convertido en residencia de indigentes y basurero.

5.7.- Algo más adelante se encuentran los restos de la almenara  del Obispo.
 
 
Almenara del Obispo  (1858)

Es una construcción con vertedero, de la que solo quedan visibles  los restos de la canalización del vertedero  en terraplén.
5.8.- Cerca se localiza el cuarto acueducto, el de los Barrancos, muy afectado por las obras del túnel de la calle Marqués de Viana  en las que le han quitado dos ojos, de los cuatro que tenía, y con ello toda la esbeltez y perspectiva.
 
 
Acueducto de los Barrancos
5.9.- Por último, antes de acometer la calle Ofelia Nieto, encontramos lo que parece otro tramo de canal en muy buen estado (Canal 3).
 
 
 
Pero en realidad son los restos del acueducto de la Huerta del Obispo, con siete arcos que hoy día quedan enterrados, siendo visible solo la parte alta del acueducto. Todos estos puentes-acueductos salvaban barrancos y cauces de arroyos que la moderna urbanización de la ciudad ha hecho desaparecer.
PARTE 4
6.-  ACUEDUCTO DE AMANIEL
El canal, después de un giro, enfila hacia la actual calle Ofelia Nieto, por donde se construyó la mina del Obispo (de 484 m), y a continuación gira hacia donde se ha construido la calle Pablo Iglesias, siguiendo su trazado. El canal camina bajo ella, pasando por la mina Bordador (de 158 m), para  llegar al acueducto de Amaniel.
Acueducto de Amaniel  (1856)

  Acueducto de Amaniel (2013)

El acueducto de Amaniel de  120 metros de largo, construido en ladrillo con 17 arcos de medio punto, es la última estructura visible de este trazado  ya que de  nuevo se introduce en la mina  de  Amaniel (de 86 m) y pasada ésta continúa recto unos cientos de metros, aunque oculto,  para proseguir a través del denominado acueducto de la Villa (ya desaparecido)  hasta el depósito primitivo, o primer depósito,  construido en la actual calle de Bravo Murillo.

7.- PROTECCIÓN PEDIDA
Esta singular obra de ingeniería forma parte del Canal Bajo,  que pertenece a los restos que aún permanecen en servicio de las primeras obras de la traída de aguas a Madrid por el Canal de Isabel II.
 
Como obra singular del  siglo XIX  (ya se ha expuesto en el Prólogo su importancia)  sus elementos  (de alrededor del año 1858)  están dentro del Inventario de Bienes de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid,  pero entendemos que es un nivel de protección demasiado bajo,  como ha quedado demostrado con las obras del PAO del Paseo  de la Dirección,  donde se ha tratado a estos elementos de una forma lamentable y sin ninguna consideración.
 
Hay una serie de características que hacen que esta obra merezca un tratamiento especial:
 
1. Los distintos elementos continúan dando el servicio para el que fueron diseñados.
 
2. En un tramo de alrededor de dos kilómetros de recorrido nos encontramos,  dentro de la ciudad, con todos los elementos necesarios para el transporte del agua potable: canales, túneles,  acueductos,  almenaras...
 
3. Constituyen el único punto dentro de la ciudad donde es posible admirar este tipo de construcción.
 
4. Aunque remozados por dentro con nuevos materiales,  la estructura externa sigue siendo en su mayoría la originaria,  en gran parte ladrillo  -a veces revocado,   manteniendo todos ellos una gran unidad arquitectónica.
 
Por todo ello,  la Coordinadora Salvemos la Dehesa de la Villa ha  propuesto a la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid que inicie el procedimiento de incoación de expediente para la catalogación de todos estos elementos como de Bienes de Interés Cultural, el grado máximo posible de protección en la Comunidad de Madrid.
 
Todo ello con independencia  de que una obra tan importante como la que hemos descrito a lo largo de estos artículos debe seguir siendo propiedad exclusiva de todos los madrileños,  como así deseó la reina Isabel II en su momento,  sin ningún tipo de propiedad privada compartida.

 

2 comentarios:

  1. ¡Gracias y suerte con la propuesta!

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  2. Gracias por la información. He descubierto este canal montando en bici ya que el camino Sotillo lo cruza cerca de la M-40. Como siempre una auténtica pena el estado en el que está, y me vas a perdonar, pero poco pueden hacer las autoridades, cuando los ciudadanos (algunos, claro) no saben respetar ni valorar nuestro patrimonio. Se me parte el alma viéndolo lleno de pintadas.

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