sábado, 20 de julio de 2019

Peligro de cese para el mercado de Maravillas, el último de los mercados tradicionales


Peligro de cese para el mercado de Maravillas, el último de los mercados tradicionales


El problema del mercado de Maravillas es el mismo problema que han estado sufriendo todos los mercados tradicionales en Madrid durante las últimas décadas. Poco a poco han ido desapareciendo, y creo que con ellos muere una forma de vida típica de esta ciudad y este país. Que la ciudad se llene de grandes superficies y mercados alternativos nos moderniza, pero nos quita tradición, historia, esencia y originalidad, además de restarnos libertad de elección.
Sin previo aviso por parte de la junta directiva de la asociación, el día 19 de noviembre de 2018, los comerciantes del Mercado de Maravillas recibimos una visita convocándonos a una reunión con una delegación del ayuntamiento. En ella, la teniente alcalde, expresó su preocupación por el estado en el que se encontraba el mercado y por su sospecha de que los comerciantes no estábamos al tanto real de la situación.  Expuso que el mismo arquitecto responsable de la supervisión y del proyecto que se estaban llevando a cabo, había denunciado la situación de abandono en que se encontraban las obras que se estaban realizando, y que si la situación no se subsanaba la solución era promover el cese de la actividad comercial. 
También nos dijo, para nuestra sorpresa, que el conjunto del mercado no tenía licencia de funcionamiento para llevar a cabo su servicio, a pesar de ser propiedad del Ayuntamiento, haber sido construido para ello y de haber comenzado su actividad de manos de esa Administración en 1942. Parece que basándose para ello en unas obras que se llevaron a cabo en 1998, aunque las mismas no supusieron cambio de actividad del edificio.
La situación en que la Administración ha sumido en las últimas décadas a los mercados madrileños es preocupante.  A lo largo de los últimos 30 años, la mayoría han ido desapareciendo o transformándose en otro tipo de establecimientos.  En sus comienzos, en los años 40, estuvieron gestionados o controlados por el Ayuntamiento, pero, desde el 2003, y especialmente con la última reforma de las ordenanzas en 2010, la administración ha ido soltando competencias en manos de las asociaciones de comerciantes, que son los concesionarios, a pesar de saber que las mismas no están compuestas por gente experta en gestiones contables, legales o control de las edificaciones.  No solo se les ha ido cargando con gastos que deberían competer al ayuntamiento como propietario del edificio, sino con competencias que no están preparados para asumir.  Antiguamente los mercados estaban gestionados por el Jefe de Mercado, que entablaba relación con el Ayuntamiento y dependía de él, pero ahora se deja a las asociaciones que contraten los servicios de gestores y profesionales para hacerse cargo de ese cometido, muchas veces con resultados nada favorables, porque el Ayuntamiento ya no controla a esas personas ni su buena gestión.
Además, continuamente se aprueban nuevas legislaciones de todo tipo que complican el trabajo autónomo y tradicional, equiparando las normativas para los pequeños comerciantes a los de los grandes industriales y pidiéndoles las mismas instalaciones y condiciones.  También, en base a estas nuevas legislaciones, se obliga a las asociaciones a financiar obras que ninguna asociación sin ánimo de lucro puede acometer, con la promesa de futuras subvenciones, pero sin ayudas reales. 
Unido a todo esto, la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid han ido, no solo permitiendo, sino fomentando, la implantación de las grandes superficies y los supermercados asociados a ellas dentro de la ciudad, lo cual ha hecho que los comercios tradicionales y los mercados hayan sido atacados y aniquilados por su competencia.
Además, cuando otorgan las subvenciones salen más favorecidos aquellos mercados que han claudicado y aceptado dejar una planta a una gran superficie o se han convertido en mercados gourmet o de nueva generación, permitiendo que las grandes franquicias de restauradores se conviertan en los socios más fuertes, resultando desfavorecidos los de corte tradicional.  Cuando estas “locomotoras”, con peso mayoritario en las asociaciones, decidan abandonarlas o dirigir el funcionamiento del mercado en el que se encuentran en su propio beneficio, los mismos volverán a la situación que provocó que aceptaran esa “salvación”.
La situación del Mercado de Maravillas es la misma en que se encuentran otros Mercados de Madrid, como el de San Fernando, e incluso el MercaMadrid.  Se nos pide que acometamos obras que cuestan millones de euros, a las cuales no podemos hacer frente, sea para conseguir de nuevo la licencia de funcionamiento o por cualquier otro razonamiento de parte de la administración o de los gestores; esas obras exceden de la obligación de conservar y mantener las instalaciones, e incluso de adecuación, y además, quedan a medio realizar porque falla la empresa contratada o no se sabe muy bien por qué. Si no nos comprometemos a realizarlas, nos exponemos a que se declare el cese de la actividad, argumentando la supuesta falta de licencia de funcionamiento o el mal estado en que se encuentra el edificio.  Si las financiamos y las acometemos nos comprometemos a un crédito de muchos años y aún así nos exponemos al cese de actividad por falta de licencia, y eso suponiendo que las obras salgan bien y no se vuelvan a estancar. 
A todo esto, hay que añadir que la normativa europea cada vez interviene más en la economía de los países, y que, además de recortar los supuestos en los que no  deben implantarse grandes superficies cuando ya hay negocios o servicios nacionales que prestan ese servicio, en el 2020 se quiere imponer que ya no haya contrato de concesión de servicios, lo cual complica más la situación de una asociación de trabajadores autónomos para realizar ese servicio en los mercados municipales.  
En definitiva, que, a pesar de vernos obligados a acometer unas obras grandiosas para una asociación, la falta de información, tanto de parte de la Administración como de las diferentes juntas directivas o los gerentes y el mal resultado que han dado las empresas contratadas para llevarlas a cabo. Se nos exige que subsanemos todo, que carguemos nosotros con la responsabilidad ante la seguridad pública, como planes contra incendios, y sin la ayuda de técnicos del ayuntamiento; y que, a pesar de todo, sigamos endeudándonos, no solo sin la garantía de seguir siendo los concesionarios en un futuro, sino con la amenaza de un cese de actividad por falta de licencia incluso aunque se acometan.  Eso, o nos vemos en la calle, a pesar de haber realizado desde que se abrió el mercado, en los años 40, nuestro compromiso más que dignamente. Y, como es por una supuesta infracción urbanística por trabajar sin licencia, sin indemnización y sin prestación por desempleo por ser la mayoría de nosotros autónomos, además de tener que hacer frente a las indemnizaciones por desempleo de los empleados, tanto de los contratados por los comerciantes, como de los contratados por la asociación.  Si las realizamos nos exponemos a la misma expulsión, pero además endeudados y sin trabajo.
Pero todavía hay algo peor si cabe, y es que, si cierran el único mercado puramente tradicional que queda en Madrid, y el único que está en pleno funcionamiento como tal, afectará después al resto de mercados más pequeños y al resto de los comercios tradicionales, así como a las empresas que los suministran y a los productores nacionales.  También afecta a los clientes, que se verán obligados a comprar en las grandes superficies y no podrán elegir entre la variedad de productos y de comercios que ofrece un mercado.  En definitiva, afectará a nuestra forma de vida, la cual terminará por desaparecer, porque los mercados no sólo son un sitio de compraventa de alimentos y otros productos, sino un sitio de reunión y de intercambio social entre gente de diversas edades, relaciones que son más enriquecedoras y cohesionan a la población más allá de las que se entablan en los nuevos mercados de ocio.
El Ayuntamiento y el resto de Administraciones Públicas y el Gobierno están faltando a su deber con los ciudadanos.  Según la ley deben ser ellos los garantes de hacer llegar los alimentos a los ciudadanos y de procurar una vida social que fomente la convivencia y la colaboración.  Con su política para favorecer a las grandes superficies y poner trabas a los mercados tradicionales están dejando en manos privadas una gestión que les corresponde y que nos pone en peligro en caso de crisis o conflictos internacionales.  Están dejando las ciudades en manos de los grandes capitales y no realizando una función social que deberían asumir y proteger. En los contratos de concesión ambas partes se comprometen a proteger la industria nacional, y, mientras los concesionarios han tratado de hacerlo, la Administración cada vez ha puesto más trabas a los pequeños productores locales, complicando la distribución y comercialización de productos nacionales artesanos.
Por ello, comerciantes, trabajadores, clientes, proveedores y ciudadanos del Mercado de Maravillas y de Madrid, pedimos al Ayuntamiento:
Que legisle protegiendo el comercio y los mercados tradicionales y la industria nacional.
Que también protejan una forma de vida propia de este país y de esta ciudad.
Que nos dejen trabajar decentemente, sin coacciones y sin pedir limosnas, respetando el derecho al trabajo recogido en la legislación internacional.
Que no se interpreten las leyes para poner trabas al buen funcionamiento de los mercados y de los comerciantes.
Que no se destruyan más mercados tradicionales y que se construyan o reformen en aquellos barrios donde se necesitan.  El mercado es especialmente necesario para la gente mayor, un colectivo que guarda la historia de este país, y el cual debe ser respetado. Los mercados gourmet o de ocio no son incompatibles con los mercados tradicionales, pero esos establecimientos no tienen porqué expulsar a los comercios tradicionales del edificio del mercado para instalarse ellos, podrían hacerlo en otro edificio o compartir el espacio si el mismo fuera suficiente y se pudieran diferenciar ambos modelos de negocio, no compartiendo asociación.
Que se limite la implantación de grandes superficies y supermercados allí donde no se necesitan porque el pequeño comercio local y ya realiza ese servicio.
Que asuma su deber como propietario de los locales, ayudando en las reformas que haya que acometer, tanto con ayudas económicas si fuera necesario, como supervisando y ayudando a controlar las obras.  Y que se lleven a cabo aquellas que sean necesarias racionalmente, conservando el patrimonio de edificios antiguos sin destruirlos, ya que los modernos por lo general no son equiparables.
Que respete y fomente el régimen de concesión de gestión de servicios actualmente en vigor, ya que el trabajo de profesionales autónomos es mucho más eficaz que el de una empresa concesionaria.
Que se limite la implantación de grandes superficies y supermercados allí donde no se necesitan porque el pequeño comercio local ya realiza ese servicio.
En definitiva, que el Ayuntamiento asuma su responsabilidad, y que no deje que la labor de hacer llegar los alimentos a las ciudades y fomentar la vida social acabe en manos privadas o de otros países.
Y en última instancia, que retire la orden de cese de actividad del Mercado Maravillas y de cualquier otro mercado que se encuentre en la misma situación y ayude y fomente su recuperación, ya que todos ellos realizan una labor pública necesaria e imprescindible para el buen funcionamiento de toda ciudad.
Asimismo, que se revise la obra que se pretende llevar a cabo en dicho mercado, adecuándola a lo estrictamente necesario y más urgente, contribuyendo el Ayuntamiento al buen desarrollo de la misma para que los comerciantes puedan seguir desempeñando su trabajo y los clientes puedan acudir a comprar con comodidad y sin peligros.

¡Firma la petición!

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