martes, 16 de febrero de 2021

8M: Trabajadoras esenciales


TRABAJADORAS ESENCIALES

En la película, La Educación de las Hadas, dirigida por el ya desparecido director, José Luis Cuerda, hay una escena donde un niño pregunta a Ricardo Darín, si existen las hadas. El le viene a decir, que por supuesto existen. Son aquellas que se levantan muy temprano para ir a trabajar. Además se las reconoce porque tienen cicatrices.

El próximo 8 de marzo, Día de la Mujer, al que añadimos, lo que fue en sus orígenes, Día de la Mujer Trabajadora, la Casa Vecinal de Tetuán hace un reconocimiento explícito de las trabajadoras esenciales. Se habló de ellas en la primera ola de la pandemia. Son aquellas mujeres anónimas, que con frecuencia tienen salarios y trabajos de miseria, precarizados, pero que llevan todo el peso y el engranaje para que desde la base y desde lo más elemental de nuestras vidas cotidianas, todo funcione. Nos acordamos de ellas cuando nos faltan. Limpian casas, asean y cuidan de nuestros mayores. Limpiadoras de hospitales, negocios, locales. Son también las cajeras habituales que nos encontramos cuando vamos al supermercado y aquellas que reponen en los mismos. Mujeres sin contrato de trabajo y sin convenio que las proteja, trabajando de internas en casas para llevar todo el peso de la misma. Aquellas otras, camareras de hoteles, las famosas Kellis, que limpian en menos de 15 minutos una habitación de hotel tras otra, en una fatiga interminable.


Están también, las llamadas despectivamente, “limpiaculos”, esas auxiliares de enfermería, en hospitales y residencias que están cuerpo a cuerpo con los pacientes, realizando labores esenciales. Tranquilizando en una urgencia de hospital, haciendo el aseo completo de los mayores, dándoles de comer, cuidando y cuidando. Un trabajo invisible que no sale en los medios. En todas ellas  bien porque se han contagiado del covid al estar en primera línea, o bien por el trabajo que desempeñan, presentan una salud de hierro, desquebrajada. Sus cicatrices, están en sus manos, brazos, espaldas. Y en lo más profundo de sus vidas.

Sirvan sus testimonios que recogemos aquí en nuestro blog, para reconocerlas, nombrarlas y defenderlas.

“…el mundo es un sitio que se ensucia cada día y que necesita ser permanentemente barrido, lavado, desengrasado, encerado, abrillantado; la gente no se da cuenta de que alguien viene detrás limpiando lo que manchan”

La Mano Invisible. Isaac Rosa.

¡Viva el 8 de Marzo. Viva el Día de la Mujer Trabajadora!


Entrevista: Tania Pasca Parrilla, auxiliar de enfermería

Dolor sin gloria en el 12 de octubre: una auxiliar ante el coronavirus


Texto: Alejandra Acosta; fotos, vídeo y edición de vídeo: Fran Lorente y Javier Cantizani


"Hoy localizamos un cargador de móvil para un paciente que necesitaba hablar con los suyos y cuando el móvil empezó a dar señales de vida el señor lloró de alegría… y yo también a través de las gafas de buzo”. Esto pasaba el domingo 29 de marzo de 2020 en una habitación covid del Hospital 12 de OctubreTania Pasca Parrilla, madrileña de 47 años,  auxiliar de enfermería, lo anotó en su cuaderno de bitácora, un documento estremecedor sobre la pesadilla que se vivió durante la primera ola de la pandemia dentro de las desvencijadas habitaciones de la sexta planta de este centro hospitalario, “un lugar impregnado de dolor y desesperación”. Con ilustraciones de Juan Kalvellido, el diario de Tania, que abarca cincuenta días que transcurren entre el 18 de marzo y el 10 de mayo de 2020, se acaba de publicar con el título de “Una auxiliar ante el coronavirus” (El Garaje Ediciones, S.L.).

Justo el día que el equipo de Madrid Sindical se cita con ella para realizar esta entrevista  salta la noticia de que la gerente del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares pretendía retirar los dispositivos móviles a los pacientes para impedirles comunicar con sus familias y forzar su traslado al centro de pandemias Isabel Zendal“Estoy indignada”, nos dice. “Quienes gestionan la sanidad madrileña anteponen descaradamente sus intereses políticos sobre el bienestar de las personas enfermas. Es inhumano. No tienen ni idea de lo que ocurre en la habitación de un hospital ni del sufrimiento de los enfermos y del personal sanitario”.

Tania podría darles una lección magistral al respecto. Su labor, esencial entre las esenciales, consiste en atender y acompañar en su día a día hospitalario a las personas ingresadas: asearlas, servirles la comida, movilizarlas y colaborar con el personal de enfermería en todo lo que se les requiera. Su testimonio nos acerca hasta la misma cabecera de la cama de las personas contagiadas. “Hoy me tocó despedir a Juana, cerrarle los ojos para siempre a quien apenas he conocido. Siento mucho ser yo quien esté aquí contigo y no un familiar tuyo”, apunta en el cuaderno de bitácora el día 26 de su personal batalla contra el coronavirus.

“Nos llaman ‘limpiaculos’, pero yo no reniego. Nuestra labor aporta dignidad a los pacientes”

Se pregunta qué pensarán los pacientes  cuando contemplan a las auxiliares ‘disfrazadas’ de astronautas en medio de un silencio ensordecedor. Es gente mayor en su mayoría, aislada en habitaciones cerradas a cal y canto, sin poder salir y desorientada. Lo peor es cuando no pueden respirar y se arrancan las mascarillas, desesperados se quitan hasta la ropa e intentan salir de la habitación buscando el aire que no entra en sus pulmones. Se desploman antes de alcanzar la puerta.

A la situación de colapso general hospitalario se suma en el 12 de Octubre la falta de espacio en las habitaciones, que dificulta enormemente la atención a los pacientes. Comenta Tania que uno de los motivos que la empujaron a publicar su diario fue dar a conocer las graves deficiencias de todo tipo que arrastra este hospital público, inaugurado en 1973 y que según la web de la Comunidad de Madrid es “uno de los centros sanitarios de mayor prestigio nacional e internacional, gracias a su equipamiento tecnológico, instalaciones…”. Pero la realidad  es otra, al menos por lo que se refiere a las instalaciones de la residencia general.

 

  “No hay espacio para el carro de parada respiratoria y en los aseos no cabe un andador”

“Los pacientes se hacinan en pequeñas y viejas habitaciones sin ducha [en la sexta planta solo hay dos duchas para 25 habitaciones, la mayoría dobles] y con un mobiliario antiquísimo que lo único que hace es estorbar”, denuncia la auxiliar. “El aseo es un habitáculo tan minúsculo que no cabe ni una silla de ruedas ni un andador; los atriles donde se sirve la comida ruedan muy mal y no se ajustan bien al paciente; los sillones son armatostes que pesan una tonelada y es imposible desplazarlos; cuando las enfermeras necesitan acceder con el aparato de la tensión hay que liar una increíble, echar a un lado el sillón, hacia otro la mesilla…; tampoco hay espacio para el carro de parada respiratoria…”

– ¿Y cuándo se produce un infarto…?

–  “Una odisea. Hay que sacar una de las camas al pasillo para acceder con el carro de parada respiratoria, todo esto en medio de una emergencia y muchas veces con la persona infartada tirada en el suelo de una habitación en la que no te puedes ni mover. Es lamentable. Yo suelo proponer irónicamente llamar al 112. Y como las habitaciones son compartidas, si se muere un paciente y tardan en llevárselo porque no hay sitio en el mortuorio, si el compañero necesita ir al aseo, o se aguanta durante horas o tiene que saltar por encima del cadáver. Es de película de terror. Esto pasa muchísimas veces. Los pacientes se quedan en shock”.

“Compartimos sin remedio todo lo que el cuerpo humano es capaz de excretar”

La auxiliar de enfermería reivindica un oficio que realizan en su inmensa mayoría mujeres, poco conocido (las confunden con enfermeras) y nada valorado, incluso despreciado. “Hay quien despectivamente nos llama ‘limpiaculos’, pero yo no reniego de ello. Alguien tiene que hacerlo y es una tarea que aporta dignidad a las personas enfermas”. Otra de sus quejas permanentes es la indefinición de sus funciones. “Nos toca hacer cosas que no sabemos en qué punto del manual de auxiliar de enfermería se recoge o en qué temario de oposiciones se dice que tenemos que ir a lavandería a buscarte la vida con los camisones, o llevar los arneses a lavar, lo que además te obliga a abandonar tus quehaceres propios”.


 “Lo peor es cuando no pueden respirar y desesperados se quitan las mascarilla y hasta la ropa”

Fueron ellas sobre todo quienes mayoritariamente se encargaron de transformar las plantas de hospitalización quirúrgica en planta COVID-19. La “tropa sanitaria”, como llama Tania a su colectivo profesional, hizo gala de un enorme ingenio y capacidad de improvisación para organizar los espacios y buscar hueco para el nuevo material. En su planta, dedicada normalmente a traumatología y cirugía plástica, movieron armarios, mesillas, camas, atriles… Lo hicieron a contrarreloj para acoger a personas infectadas que se amontonaban en las urgencias. “A cada paso nos damos cuenta de la precariedad material y de personal en la que se ha sumido a los hospitales públicos en los últimos años”, escribió el 18 de marzo de 2020, cuando llegaron los primeros pacientes covid a su planta.

 Por descontado que tienen mucho miedo al contagio. Las auxiliares entran continuamente a las habitaciones, “donde yace gente hirviendo de fiebre, agotada, agonizando sola  y  donde todo lo que el cuerpo humano es capaz de excretar es compartido sin remedio”. Tania propuso a sus ‘compas’ apañarse entre ellas para proteger a las más vulnerables a los estragos del virus. Las mayores de 60 años, embarazadas y asmáticas no entrarían a las habitaciones covid.  “Yo soy joven”, aduce, “no tengo patologías y mis hijas son mayores. Decidí asumir el riesgo”.

Más de cuatrocientas auxiliares de enfermería de la sanidad pública madrileña están de baja

En abril Tania ya no lograba desconectar por las noches. Acudía a al hospital sin haber pegado ojo para enfrentarse a una interminable y durísima jornada. Estaba exhausta. Contactó con el servicio de salud mental y comenzó a tomar pastillas para poder descansar. Aguantó tres meses más, hasta julio, cuando la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático la dejaron fuera de juego. También se contagió de covid. Aún sigue de baja laboral. Muchas de sus compañeras han ido cayendo, unas por haberse contagiado, otras por colapso emocional.  “Y las que no han caído aún lo harán en la tercera ola”, advierte

“La estrategia de la Consejería de Sanidad es apretarnos las clavijas. Nos ponen pegas hasta para cogernos los días de libre disposición y al final hay tal cantidad de bajas que yo ya no conozco a la mitad del personal”.

Según los datos facilitados por la Federación de Sanidad de CCOO de Madrid correspondientes al pasado 25 de enero, 401 auxiliares de enfermería de la sanidad pública madrileña permanecen de baja por enfermedad

 FUENTE: MADRID SINDICAL

Territorio Doméstico: porque sin nosotras no se mueve el mundo


Presentación del colectivo Territorio Doméstico en las jornadas de puertas abiertas de Eskalera Karakola el pasado 31 de mayo de 2014.



Observatorio Jeanneth Beltrán

Derechos en Empleo de Hogar y de Cuidados


Teaser del cortometraje "Organizar lo (im)posible", protagonizado por Las Kellys Barcelona y producido por Cooperativa de Tècniques.

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