domingo, 10 de abril de 2022

23 de abril, Día del libro: Homenaje al poeta Carlos Álvarez


Culminamos el Día del Libro, en la Casa Vecinal de Tetuán, después de una semana de tenerla abierta a vuestras donaciones de libros. Damos las gracias a todas las personas que os habéis acercado a donar libros.

Hasta que apareció el libro tal y como lo conocemos hoy, nos acordamos de las tablillas de arcilla de Mesopotamia, de los papiros, pergaminos y posteriormente la invención de la imprenta. El libro con sus páginas es un tesoro inigualable. Nos sumerge en una realidad que nos permite pensar, viajar, sentir y nos atrevemos a decir que es un vehículo de transformación de conciencias para hacer de este mundo, un mundo mejor. Y en este sentido nombramos a Almudena Grandes, la gran novelista de nuestra ciudad y a la poeta Cristina Peri Rosi, que ha recibido el premio Cervantes. Pero hoy nuestra Casa, rinde homenaje al poeta, recientemente fallecido, Carlos Álvarez, militante comunista. Un jerezano que vivió en Madrid y en nuestro barrio, Tetuán. Sufrió la cárcel, por defender las libertades democráticas y la justicia social. La poesía de Carlos Álvarez, conmueve, al igual que los poemas de Miguel Hernández. Y estamos aquí bajo nuestra Morera, símbolo de resistencia de todo un barrio. Estamos en sus raíces, junto a su tronco y ramas, en un paraguas de libertad, de brotes tiernos y frutos de un horizonte que no queremos dejar escapar, para que unos sinvergüenzas especuladores con complicidades políticas de turno, nos roben todo. Hemos escogido algunos poemas de su libro, “Tiempo de siega y otras Yerbas”. Un maravilloso poemario. Carlos Álvarez, un poeta con compromiso social, sencillo, enormemente grande.

Alguna vez, a todos, a mí mismo,

nos ha crecido un árbol en las manos

o el mar sobre la frente

o la esperanza, como alfombra extendida a nuestro paso.

Al encontrar un verso entre la hierba,

al madurar el fruto del abrazo,

al escuchar palabras

que nos tientan el aire de palabras que arrastramos

 

Pero la madrugada llegó siempre

con su fusil a ciegas preparado

para segar la vida de los hombres

o la ilusión nacida en nuestros vasos.

Y cuando fue creciendo la mañana

nos quedó solamente nuestro asco

y una sed infinita, y la vergüenza

de nuestro propio aspecto de borrachos.



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