martes, 23 de marzo de 2021

AILANTO. Ailanthus altissima


AILANTO
Ailanthus altissima 

Según recoge Antonio López: “Parece ser que G. E. Rumpf, un mercader que estudió historia natural en las Molucas en el siglo XVII, encontró en aquellas islas un árbol que “alcanzaba el cielo” así indicado por los nativos y le daban el nombre de Ailanto. Después, al darle el nombre científico, se le puso ailanthus, que ha inducido a equivocación, pues se pensaba que procedía del griego anthos que significa flor. En realidad, con todo esto estábamos denominando la especie que se conoce con el nombre de Ailanthus moluccana. Cuando más tarde se descubrió la especie que estamos tratando se le dio el nombre de árbol del cielo como el árbol que ya se conocía de las Molucas. Así que nuestro nombre es históricamente incorrecto. […] En cuanto al nombre específico “altissima”, procede del gran tamaño que puede desarrollar el árbol”.

El ailanto es un arbol de hoja caduca, que puede alcanzar hasta 30 m. de altura y una circunferencia en su base de 3,5 m. El tronco es de corteza gris y agrietado, con tonos castaños en ejemplares de mayor edad. Presenta una copa regular, redondeada, que a veces se aplana en los ejemplares más longevos. En invierno sus ramas cuentan con abundantes yemas redondeadas y unas grandes cicatrices en forma de corazón, que es donde estaban las hojas del periodo anterior. El árbol es fácilmente reconocible por sus hojas, compuestas de 30 foliolos más o menos ovalados, lustrosos en la parte superior y más pálidos y mates en la inferior. El fruto es una sámara que se dispersa de forma muy eficiente; manteniéndose muchas veces en al árbol, en espera de ráfagas de viento. Se introdujo desde China a mediados del siglo XVIII, por su crecimiento rápido. Es un buen colonizador de espacios degradados (solares, descampados).

Podemos encontrar ejemplares significativos en la plaza de Las Lunas y en la antigua Huerta del Obispo, entre otros lugares.[1]













[1] LÓPEZ LILLO, Antonio: Árboles de Madrid. Coedición Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y Ediciones Mundi-Prensa, Madrid, 2000, págs. 68-69

 

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